'Demócratas' de tecnopor
Fue en 1997 cuando Hugo Chávez y sus asociados decidieron apostar por la ventana táctica electoral después de reconocer que el levantamiento armado ya no funcionaba. Cinco años antes el golpe fallido ("Operación Zamora") contra el adeco Carlos Andrés Pérez lo llevó a la cárcel y le mostró que el "proceso revolucionario" (cívico-militar) debía infiltrarse gracias al "voto popular" en el sistema político democrático inadvertido. Así (en 1994 fue liberado imprudentemente por el gobierno de Rafael Caldera) llegó a la presidencia en 1998 luego de una campaña en la que aparecía vestido con terno, corbata y posando como un "centrista moderado". Inolvidable es la entrevista que le dio a la sazón al periodista peruano Jaime Bayly en la que le dijo -de una u otra forma- que creía en libertad política, las inversiones privadas, el mercado y que dejaría el poder inclusive antes de los cinco años si no cumplía su palabra. Bueno pues, el chavismo vía su heredero a dedo Maduro lleva ya 25 años instalado y nada asegura aún que pueda ser removido.
Así como Chávez sus imitadores por todo Latinoamérica han apostado al mismo esquema táctico eleccionario. Ya en el trono avanzaron vía audaces sondeos lentos, tanteando cuán soportable era para la sociedad la aplicación dosificada del estatista proceso revolucionario "pacífico" en apariencia. Pasó con Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega... Hoy se espera lo mismo con Gustavo Petro en cálculos apurados de cómo imponer una Asamblea Constituyente que derruya el aún abierto pero precario sistema político y económico colombiano.
En Perú lo vivimos recientemente con Pedro Castillo. Su candidatura escondió detrás toda una coalición antisistémica y extremista (que incluía hasta al reciclado Sendero Luminoso "politico") que simulaba creer en la democracia liberal mientras contenía su violencia por cálculos circunstanciales. Ese violentismo político (que interactuó con la violencia criminal subcontratada) pudo verse cuando se desató luego de haber sido expectorado de la presidencia hace año y medio. Pero, ¿qué estaría pasando en este momento si el autogolpe del prosenderista Castillo triunfaba el 7D de 2022? Hoy el país estaría siendo alineado con Maduro, Cuba, Rusia, China e Irán con el aplauso del prochavista "Perú Libre". Ahí están para confirmarlo y solo como muestra la presencia cómplice de varios congresistas como "veedores" del megafraude madurista en Venezuela.
Los riesgos no han desaparecido en Perú. Un nuevo "demócrata" de tecnopor aparece con Antauro Humala, segundo en las encuestas y con un techo inicial de hasta un 30% (porcentaje que aprobó el autogolpe de Castillo) del electorado para cosechar políticamente.
Cerrando. No está demás rescatar la difícil pregunta que muchos se hacen: ¿Cómo enfrentar lo que pasa y seguirá ocurriendo en la región, en Latinoamérica? El costo de subestimar los peligros ha sido y continuará siendo altísimo. Lo vemos con lamento y hasta impotencia en Venezuela. Pero uno de los imperativos es reconocer -al fin- que los enemigos de la libertad, como los falsos "demócratas" de tecnopor que juegan a las urnas para impulsar proyectos autoritarios y dictatoriales, crecen bajo la sombra de los tibios. No hay espacio para las medianías antiliberales en todos los terrenos: el social, el político y el económico.
