“Depende de los electores las reelecciones”
Uno de los elementos más importantes que tiene el sistema democrático es la participación de la población en los procesos electorales y las consultas populares, razón por la cual, y con el riesgo de ser excesivamente reiterativo, hay que insistir en la educación ciudadana, como “instrumento” determinante que produce buenos o malos resultados en dichos procesos.
En el último lustro en el Perú, fundado en el alto índice de corrupción en la dinámica política y, por qué no decirlo, en el diario vivir de un sector poblacional, se logró modificar la norma constitucional para impedir la reelección de los congresistas, así como la de los gobernadores y acaldes.
No está de más reconocer que las referidas reformas constitucionales tuvieron suficiente legitimidad; es decir, la población nacional sintonizaba con lo que políticamente se había decidido. Pues, basado en el principio de que “el poder corrompe” y por mucho tiempo “corrompe más”, se manejaba el criterio que, recortando la posibilidad de mantenerse por mucho tiempo en el poder, los parlamentarios, gobernadores y alcaldes eran más propensos a cometer estos actos delictivos.
Pero lo que no se tomó en cuenta es que el corrupto no necesita uno, dos o más periodos en el ejercicio del cargo para cometer actos de corrupción. Si puede actuar en contra de ley, a mitad de periodo, en búsqueda de un beneficio individual, incursionando en una actividad delincuencial, de seguro que lo va a hacer, ya que no dejará pasar la oportunidad de aprovecharse del cargo. No olvidar que “la ocasión hace al ladrón”.
En cambio, al recortarse la posibilidad de poder continuar en la función pública, y a pesar de haber tenido una positiva y transparente actividad en el ejercicio del poder congresal, regional o municipal, se recorta la posibilidad de que la experiencia adquirida y la demostración de haber hecho una buena gestión se vea truncada por la equivocada decisión de no permitir la reelección de las autoridades en mención. Situación que no es aplicable a la Presidencia de la República, donde el jefe de Estado y de gobierno, como jefe del Ejecutivo, es una autoridad con mucho poder y sin responsabilidad política; razón por la cual considero que quien llega a la Presidencia de la República una vez, nunca más en su vida debe volver a ejercerla, por lo tanto, debe eliminarse en forma absoluta la reelección presidencial.
El parlamentario, el gobernador y el alcalde, cada uno de ellos, forman parte de entes colegiados, como lo son, el pleno del Congreso, el consejo regional y el consejo municipal; por lo tanto, el poder de estas autoridades está controlado por estos estamentos que, en relación con la estructura interna de su funcionamiento, se constituyen en entes de control y de fiscalización del actuar de sus miembros, en el ejercicio del cargo. En consecuencia, no tendría una explicación lógica, el considerar que la reelección promueve los actos de corrupción, por mantenerlos por mucho tiempo en el poder.
Razón por la cual, y con la finalidad de no desperdiciar la experiencia adquirida y los beneficios que, indudablemente, redundan en ser beneficiosos para al propia ciudadanía, se hace necesario que, a la brevedad posible y con un verdadero propósito de enmienda, el Congreso de la República trabaje la reforma constitucional que permita la reelección de los parlamentarios, gobernadores y alcaldes. Me atrevo a proponer, sin limitaciones.
Y el motivo de que no se señalen límites para las reelecciones es, considerando de que se debe reorientar el aprovechamiento del tiempo, para lograr que la educación cívica ciudadana sea un compromiso de Estado, con miras a alcanzar a desarrollar una cultura política ciudadana que permita avizorar un mejor futuro político, donde las sorpresas, muchas de ellas lamentables, terminan por ser desalentadoras de un futuro mejor.
Pero, antes de que la labor congresal se oriente en el sentido propuesto, desde ya, le corresponde a la universidades y centros educativos, civiles y militares comenzar con este trabajo y, para ello, no necesitan una nueva ley. Pues, más importante que los candidatos, son los electores.
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