¿Derecha vs. izquierda? No: conservadores vs. liberales

A lo largo de la historia, la humanidad ha presenciado una constante pugna entre visiones de cambio y preservación, que hoy podemos entender como posiciones liberales y conservadoras.
A lo largo de las épocas, estos enfoques han chocado en diversos momentos: en la antigua Roma (ciudadanía limitada vs. expansión de la ciudadanía), durante la era de las monarquías absolutas (monarquistas vs. republicanos), incluso durante el siglo XX (fascistas contra demócratas y luego capitalismo vs. comunismo). Curiosamente, esta dualidad no se limita a ideologías específicas ni a formatos de gobierno, sino que se adapta al contexto social y político de cada época.
Para entender esta dualidad, es esencial distinguir entre liberalismo y conservadurismo. En esencia, el liberalismo se asocia al cambio y a la expansión de la libertad individual, promoviendo derechos como el aborto, la legalización de las drogas y el reconocimiento de las minorías. Los conservadores, en cambio, tienden a valorar el orden y la estabilidad, percibiendo la moral como un cohesionador social indispensable y favoreciendo el mantenimiento del statu quo.
En lo económico, el libre mercado se ha impuesto desde cualquier punto de vista, y las mayores diferencias se encuentran entre qué tan proteccionista se debe ser con las economías nacionales y cuánta asistencia social se debe brindar, sin que esto defina claramente una postura u otra.
Estas posiciones, lejos de ser estáticas, han cambiado y se han intercalado en el tiempo, dando lugar a épocas de dominio liberal y épocas de preponderancia conservadora, sin que realmente importen los planteamientos ideológicos.
Por ejemplo, antes de que terminara la “Guerra Fría”, la derecha mundial defendía la libertad como valor fundamental, mientras la izquierda mantenía posturas más conservadoras en varios aspectos. Este contraste era evidente en la Alemania dividida por el Muro de Berlín: mientras Occidente disfrutaba de una economía y sociedad abiertas, el bloque soviético mantenía rígidos controles sobre la libertad individual y la moral.
Sin embargo, esta dinámica ha cambiado radicalmente. Hoy, la derecha global adopta posturas conservadoras, con narrativas que rechazan el progresismo (capitalizado por la izquierda) y buscan retomar valores tradicionales. Figuras como Donald Trump y Vladimir Putin son exaltadas por sectores de la derecha por representar líderes fuertes que, en su percepción, defienden el orden social frente a los cambios culturales que consideran peligrosos.
En países como Perú, el tradicional enfrentamiento entre izquierda y derecha se vuelve insuficiente para entender la política actual. En el Congreso peruano, autodenominados representantes de ambos lados del espectro político votan juntos en diversas reformas, lo que refleja un conflicto menos ideológico y más relacionado con la oposición entre posiciones conservadoras y liberales. Este fenómeno sugiere que, más allá de etiquetas políticas, la verdadera división subyace en visiones de cambio y apertura frente a posiciones de mantenimiento del orden.
La rivalidad liberal-conservadora también se refleja en la actual pugna por la hegemonía global. En términos amplios, Estados Unidos, los países de la OTAN y Occidente en general representan la visión liberal en el ámbito internacional, con modelos democráticos y políticas de cooperación. En contraste, países como China, Rusia e Irán sostienen una visión conservadora y autoritaria, en la que la estructura interna y la estabilidad del régimen son prioritarias frente a la apertura al cambio.
Las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos serán determinantes para el rumbo global de los próximos años. El candidato Donald Trump representa una visión conservadora, con una política internacional de corte aislacionista y con mensajes que apelan a volver a un pasado mejor (“Make America Great Again”), mientras que Kamala Harris plantea propuestas liberales y una política de integración global.
En el actual contexto de reconfiguración geopolítica, el resultado de esta votación influirá en las relaciones internacionales y, muy probablemente, tendrá repercusiones en las guerras de Ucrania y de Israel, donde, indirectamente, se viene enfrentando a los dos grandes bloques de países.

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