Desbarrancados en la injusticia
Si algún peruano cree que nuestro sistema de justicia —conformado por el Poder Judicial, el Ministerio Público y la Junta Nacional de Justicia— no necesita ni debe ser de inmediato reestructurado, renovado, reorganizado, reformado, readaptado, rectificado, etc. (da lo mismo el sinónimo que se escoja), necesita hacerse ver de la cabeza. ¡Señores: este país hace mucho tiempo que se desbarrancó por el precipicio de la injusticia! Y una nación sin justicia está en la peor de las situaciones. Los peruanos dan fe de tamaño atentado contra la sociedad.
Entendámoslo bien. El Perú formal ha sido destruido por acción de los gorritis. Esa ralea que vive como millonaria con aquellos millones que le roba a Juan Pueblo para manipular nuestro “sistema de justicia”. ¿Cómo? A través de la preparación, el adoctrinamiento y la calificación de los jueces y los fiscales, a través de un operativo preestablecido por un comité de magistrados que, algún día, van a pagar caro su traición a este país. Aunque, formalmente, aparenten trabajar cumpliendo decisiones de las cúpulas del Poder Judicial y el Ministerio Público, aprovechando que la mayoría de sus integrantes forman el grupo encargado de digitar la llamada distribución de “especialidades”, lacra a la que postulan cada año determinado número de “selectos” jueces y fiscales.
Y quienes pagan ese vicio de la especialización no son otras sino las grandes fundaciones transnacionales que pagan cualquier factura que les sea útil para influir en la administración de justicia en países como el nuestro. El trato lo hacen esos magistrados con determinadas ONG que actúan como intermediarias de la corruptela —a la que ya nos tiene acostumbrado el Perú contemporáneo de las ONG—. Claro, siempre que los “alumnos” —en este caso, algunos selectos jueces y fiscales— estén dispuestos a vender sus fallos —previamente aprobados por la cúpula del Poder Judicial y Ministerio Público— a cambio de ganarse alguna beca para especializarse en una universidad extranjera sobre determinada materia. Y después aplicar aquello que dictan esos “cursillos de capacitación” mediante sentencias del Poder Judicial propuestas previamente por las grandes fundaciones del mundo, encargadas de correr con los “gastos de enseñanza”, todos orientados a concientizar a los jueces y fiscales con el propósito de cambiarle los hábitos y las conductas al ser humano.
Es decir, comprometiéndose dichos magistrados de los diferentes países —donde la justicia está en manos de la izquierda caviar— a aplicar esas mismas normas en sus países, apelando “al criterio de conciencia”, impuesto por las instituciones que financiaron sus estudios de perfeccionamiento. De modo que se uniformizan —como precedentes— aquellos criterios ya sentenciados por la cúpula caviar que manipula esta gigantesca mafia sociopolítica internacional, pletórica de corrupción.
Estamos advertidos. Mientras el predominio caviar siga manteniendo secuestrados tanto al Poder Judicial como al Ministerio Público, jamás habrá justicia en este país y el Perú seguirá autodestruyéndose.
Por ello insistimos: la mejor manera de acabar con este martirio cargado de corrupción es que, apelando a la Constitución, el Poder Legislativo reestructure a la brevedad tanto el Poder Judicial como el Ministerio Público.
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