Desborde populista
Uno de lo retos más importantes que tendrá el nuevo gobierno es redefinir el modelo de desarrollo que necesitamos los peruanos. Hoy vivimos los últimos años del histórico fracaso de un capitalismo mercantilista impulsado por un grupo de familias que concentraron el poder económico en pocas manos, gracias a los favores de un Estado que priorizó capital sobre trabajo, rompiendo el equilibrio ideal de una ecuación que permite la sostenibilidad de las reglas de mercado.
El fracaso, por cierto, no lo es del modelo de libre mercado ni del capitalismo como tal (cuyo verdadero espíritu promueve la competencia), sino de un modelo de protección de privilegios para unos cuantos, a costa de empobrecer a grandes mayorías que, tarde o temprano, terminarán exigiendo los mismos derechos.
El problema es que este entusiasmo por voltear la tortilla se viene expresando en iniciativas legislativas y ejecutivas, que más que resolver los problemas de fondo de un modelo en decadencia, terminan complicando el escenario actual, erosionando con soluciones parciales y propuestas a medias, el orden social y el espíritu de competencia que es intrínseco a una sociedad de libre mercado.
Resulta inaudito, por ello, que en nombre del supuesto bienestar del ciudadano se promuevan iniciativas como la Ley de Peajes (afortunadamente rectificada por el Tribunal Constitucional), la liberación de fondos de las AFP y ONP, proyectos de Ley que permiten modificar la clasificación de clientes libres en el sector eléctrico, u otros que pretenden condonar el pago de servicios públicos.
El más reciente disparate, por cierto, es uno que propone declarar como bien público las vacunas para que ingresen al sistema de gestión de bienes de la nación (una suerte de confiscación de propiedad privada claramente inconstitucional), proyecto que si es aprobado impediría –a mediano y largo plazo-- el acceso de los peruanos a nuevos tratamientos, porque ningún laboratorio innovador se animaría a traer sus últimas investigaciones porque estaría impedido de comercializarlas.
Si a este desolador ataque sistemático contra la inversión y la innovación, le sumamos los diversos proyectos sobre control de precios que pretenden intervenir la economía sin comprender su naturaleza competitiva, a futuro tendremos actores económicos sin espíritu emprendedor y sin capacidad para la innovación.
La clave es comprender que la mejor manera de combatir la discriminación y exclusión que caracterizan el capitalismo mercantilista hegemónico hoy en el Perú, es promover una revolución capitalista que fomente la libre competencia en el mercado. Eso asusta, por cierto, a sectores que concentran los negocios en unas pocas manos, pero si no ceden y permiten el ingreso de nuevos actores, y democratizan la economía de mercado, estarán condenando el modelo actual a su extinción definitiva, sin saber qué diablos vendrá tras su inevitable caída.