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Descentralización en emergencia

Fecha Publicación: 19/05/2020 - 20:10
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La pandemia del Covid-19 ha desnudado –por no decir calateado- las históricas precariedades institucionales y sociales del país. Todos las conocíamos – empezando por la salud pública- pero ahora más que nunca no solo son imposibles de ocultar sino que su subsistencia hace inviable cualquier eficaz proyecto de desarrollo nacional. Una de estas críticas precariedades del Estado es su frustrado proceso de descentralización trocado hasta ahora en una balcanización de regiones que poco o nada ha contribuido para desaparecer el malhadado centralismo limeño heredado del periodo virreinal y empeorado durante la etapa republicana.

El Perú, constitucionalmente, es una República unitaria y descentralizada basada en regiones con autonomía política, económica y administrativa. De acuerdo con el espíritu de la Carta este proceso descentralizador debió desembocar en la creación de macrorregiones conformadas por departamentos colindantes que potenciaran sus capacidades y contribuyeran al objetivo del desarrollo integral de la nación. Nada de esto ha ocurrido en más de 25 años debido a la torpeza o ceguera de los gobiernos y al espíritu de campanario provincialista de las poblaciones.

El único intento y además fallido se produjo en el 2005 en que se convocó a una consulta popular para la creación de 5 macrorregiones que terminó con un sonoro fracaso político debido a la precipitación del régimen de turno y a la cainita campaña del principal partido de oposición de entonces. Total, si antes teníamos 24 departamentos y una provincia constitucional, ahora contamos con 26 circunscripciones regionales toda vez que el Departamento de Lima se ha partido en dos (la capital metropolitana y las demás provincias limeñas).

La desarticulada división política del Perú –a la que hay que agregar más de 1,800 municipalidades y creciendo- resulta insostenible y la peste viral ha evidenciado las terribles falencias en la gestión y capacidades de la mayoría de los Gobiernos Regionales. No dudamos que la prioridad en esta terrible coyuntura es la contención y control del nefasto Covid-19 y la reactivación de la golpeada economía nacional que genere la recuperación de la producción, empleo y el bienestar de la población. Empero, en la agenda pública, la inconclusa descentralización del Perú no puede quedar para las calendas griegas. ¡AMÉN!