Desgobierno castillejo
Somos parte de la inmensa mayoría de peruanos que califica al gobierno de turno el peor de la historia republicana, por lo menos desde el siglo XX en adelante. Por ello, no dudamos de que es un DESGOBIERNO al que hay que darle salida por la vía constitucional. En lo que discrepamos con varios valiosos periodistas y opinólogos es cuando le dan a esta Administración esperpéntica el apelativo de castillista y/o castillismo por el apellido del que ocupa transitoriamente Palacio. De esto nada y un poco de respeto, señores, porque ese apelativo sólo se le puede dar y merece el Régimen del Gran Mariscal Ramón Castilla, uno de los mejores que existió a lo largo de los dos siglos de República. Lo que ahora sufrimos con una insólita indolencia no pasa de castillejo.
Hablando de esto, nos reencontramos con un buen amigo que dedicó más de cuarenta años de su vida a la militancia política y a la construcción de un centro democrático hasta hoy, lamentablemente, una utopía. Los dos concluimos que el Perú, en la actualidad, padece al gobernante y su camarilla más inepta posible e igualmente corrupta y destructiva de la institucionalidad y del aparato del Estado que, mal que bien, funcionaba desde el año 2000 y cuyo progresivo desmantelamiento obedece tanto a su supina ignorancia y codicia en la gestión pública cuanto a una deliberada consigna socialista marxista y castrista. Es decir, las peores plagas ante las cuales la oposición demócrata en el Congreso incapaz, miope y demás pareciera solo ver llover mientras se produce el diario colapso del Estado Constitucional y Democrático del país. Y, en esta terrible coyuntura, caminamos hacia las elecciones regionales y municipales. Pobre Perú.
En fin, todavía nos queda puesta la esperanza en las valientes denuncias de la prensa independiente, el accionar de la Fiscalía de la Nación y de la Contraloría General, y la movilización ciudadana que no se rinde a ver si así se acaba cuanto antes esta insufrible pesadilla nacional que ni la magia del fútbol hubiera podido desaparecer así hubiéramos ido a Qatar. ¡AMÉN!
Somos parte de la inmensa mayoría de peruanos que califica al gobierno de turno el peor de la historia republicana, por lo menos desde el siglo XX en adelante. Por ello, no dudamos de que es un DESGOBIERNO al que hay que darle salida por la vía constitucional. En lo que discrepamos con varios valiosos periodistas y opinólogos es cuando le dan a esta Administración esperpéntica el apelativo de castillista y/o castillismo por el apellido del que ocupa transitoriamente Palacio. De esto nada y un poco de respeto, señores, porque ese apelativo sólo se le puede dar y merece el Régimen del Gran Mariscal Ramón Castilla, uno de los mejores que existió a lo largo de los dos siglos de República. Lo que ahora sufrimos con una insólita indolencia no pasa de castillejo.
Hablando de esto, nos reencontramos con un buen amigo que dedicó más de cuarenta años de su vida a la militancia política y a la construcción de un centro democrático hasta hoy, lamentablemente, una utopía. Los dos concluimos que el Perú, en la actualidad, padece al gobernante y su camarilla más inepta posible e igualmente corrupta y destructiva de la institucionalidad y del aparato del Estado que, mal que bien, funcionaba desde el año 2000 y cuyo progresivo desmantelamiento obedece tanto a su supina ignorancia y codicia en la gestión pública cuanto a una deliberada consigna socialista marxista y castrista. Es decir, las peores plagas ante las cuales la oposición demócrata en el Congreso incapaz, miope y demás pareciera solo ver llover mientras se produce el diario colapso del Estado Constitucional y Democrático del país. Y, en esta terrible coyuntura, caminamos hacia las elecciones regionales y municipales. Pobre Perú.
En fin, todavía nos queda puesta la esperanza en las valientes denuncias de la prensa independiente, el accionar de la Fiscalía de la Nación y de la Contraloría General, y la movilización ciudadana que no se rinde a ver si así se acaba cuanto antes esta insufrible pesadilla nacional que ni la magia del fútbol hubiera podido desaparecer así hubiéramos ido a Qatar. ¡AMÉN!
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