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Desgobierno de Boluarte y la sombra de Cerrón: ¿cuánto más podrá jalar la pita?

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Fecha Publicación: 06/09/2024 - 21:40
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La reciente salida del ministro de Relaciones Exteriores, González Olaechea, ha generado un vacío que desestabiliza más aún al gobierno de Dina Boluarte. Este error estratégico debilita el liderazgo y confianza del público hacia las instituciones del Estado. Con una aprobación que supera el 48%, González Olaechea era uno de los pilares que sostenía el equilibrio político del país, y su salida es vista como el punto de partida de una serie de errores que han debilitado la legitimidad de Boluarte. Sumando la aprobación de quienes quedaron, no alcanzan al excanciller. Agravando la situación, el premier Adrianzén, al desconocer a Edmundo González como presidente legítimo de Venezuela, compromete nuestra imagen luego de un rol destacado de Perú en defensa de la democracia a nivel internacional. Asimismo, la incapacidad de aprovechar el bono demográfico y aliviar el descontento social ante el aumento de los precios evidencia un retroceso en el desarrollo del país, que puede terminar afectando hitos como el éxito de APEC y la captación de inversiones extranjeras en proyectos estratégicos.
La falta de un rumbo del gobierno de Boluarte y sus errores consecutivos, como el nombramiento de Whittembury en la cartera de Vivienda, que está vinculado con el polémico exministro Geiner Alvarado, la falta de interés en las investigaciones sobre el uso del auto presidencial para transportar a Vladimir Cerrón o insinuar el cambio de directorio de PetroPerú para traer una PMO que siga financiando una empresa moribunda, son motivos de preocupación. Tales decisiones refuerzan la imagen de corrupción e incapacidad para gobernar, exacerbando aún más el descontento social. El pueblo, agobiado por el aumento de precios de los alimentos y sin ver soluciones a la vista, se cuestiona cuánto tiempo más aguantará Boluarte antes de que el gobierno colapse.
En este escenario sombrío, Vladimir Cerrón emerge como un personaje perturbador, similar a Rasputín en la corte de los zares, manipulando decisiones desde la sombra. Su papel ha sido determinante en la pérdida de autonomía en las decisiones del gobierno y en la erosión de la credibilidad de Boluarte. Cerrón, al igual que Rasputín, representa un obstáculo para la recuperación de la confianza en las instituciones.
Ante este panorama crítico, si Boluarte continúa bajo la influencia de Cerrón y tomando decisiones impopulares, como los cuestionables nombramientos ministeriales, se arriesga a alienar sectores clave de la sociedad en su contra, como la clase media y el empresariado. El evidente malestar ya se manifiesta en actos de rechazo público, como los recibimientos hostiles en Sullana y Juliaca (para el Alcalde de Lima), lo cual señala una crisis de estabilidad política que podría precipitar la salida del gobierno, similar a caídas de regímenes pasados en América Latina, donde el descontento social y la falta de un liderazgo efectivo fueron factores clave.
Para restaurar la estabilidad y confianza en su gobierno, debe cortar definitivamente los lazos con Cerrón y rodearse de ministros competentes que proyecten autonomía y fortaleza. La transparencia, el compromiso social y una visión a largo plazo son esenciales para evitar un colapso. Solo un liderazgo audaz y empático puede guiar a Perú fuera de la crisis. Es imperativo retomar la iniciativa en atraer inversión extranjera y combatir la corrupción de manera efectiva. La historia de los zares ofrece una advertencia clara: la dependencia de figuras tóxicas lleva al abismo. Es hora de que Boluarte actúe con independencia antes de que sea demasiado tarde. ¿Logrará hacerlo o sucumbirá a la sombra de Cerrón?

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