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¿Destruir el Estado?

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Fecha Publicación: 25/03/2023 - 22:50
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Es difícil pensar que una autoridad asuma poder con el designio de destruir la institución que ha llegado a presidir; pero, ello mismo puede poseer sentido si se examina con detenimiento la mentalidad de la persona que se trate.

Hoy no es algo inimaginable, tal objetivo, si consideramos a alguien que considera que el Estado no le ha significado nada bueno ni a él ni a los suyos, conforme al discurso de que han sido 200 años de abusos y gobiernos derechistas.

A ello se une otro juicio, el de que no es posible una reforma ni reingeniería ni cambio ni nada, puesto que el Estado está contaminado raigalmente y solo cabe destruirlo, para erigir algo distinto, otorgando el poder a quienes no lo han tenido.

Pagando deudas

Muchos ministros, directores y distinto personal fueron colocados para pagar “deudas” u ofrecer “cuotas” y nada más; y, por ello, no interesaba que tal personal ni siquiera supiera dónde trabajaría y qué cosa harían.

Tal actitud era absolutamente trágica, porque se apartó y hostilizó a trabajadores de carrera y especialistas en sus tareas e ingresaban “al asalto”, personajes totalmente ajenos, sin calidad alguna y que tampoco tenían interés por aprender.

Tal acción fue una primera línea de la destrucción del Estado peruano, que parecía no planificada ni pensada; pero que era un resultado fatal, de la forma castillista de pagar deudas.

Vendiendo cargos y ascensos

La venta de cargos y ascensos, tampoco fue exactamente una compraventa, pues se trataba de que, al adquiriente, además (al modo de un extra o plus) quedaba obligado a apoyar al régimen y actuar en concordancia a ello, si fuera necesario.

En la película El Padrino, luego de hacer un favor se escucha que Marlon Brando explicó: “Quedas en deuda, puede que un día alguien te busque y te pida algo a cambio de esto, en mi nombre, o puede que eso nunca suceda.”

Aparentemente, algo así debe haber requerido Castillo u alguien enviado por él, y debe haber entendido que se le respondía afirmativamente, y ello fue lo que disparó su confianza para realizar su asonada golpista, al creer que sucedería lo que él esperaba.

La destrucción de instituciones

Ahora se sabe bien, aunque ya existía información de ello, que Castillo aspiraba a destruir a la Policía Nacional, esto es que, en su conciencia, no le era suficiente saber que había nombrado a los altos mandos.

Castillo pretendía eliminar a la Policía Nacional y, por ello, fue que hizo el esfuerzo por tratar de organizar un mando único y nacional para los ronderos, pues ingenuamente consideró que sería sencillo manipularles y “ponerlos” a su servicio.

Los ronderos, en la mente de Castillo, se convertirían en la “Policía Militar del Pueblo”, y así tendría un brazo armado para hacerse del poder y sostenerlo indefinidamente. El golpe de Estado fue “adelantar” algo ya pensado y que se venía preparando, y en tal designio, se trataba de que las instituciones constitucionales no tenían espacio para subsistir.

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