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Día del Trabajo

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Fecha Publicación: 28/04/2023 - 22:00
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El trabajo se puede definir como una acción humana continua y metódica, que consiste en producir "algo", proporcionándole cierta perfección que antes no tenía. Para Oliveros Otero el trabajo humano "es un proceso de actividad esforzada, y en muchos casos fatigosa, mediante la cual el hombre domina la tierra, es decir, descubre, perfecciona y usa oportunamente los recursos que la tierra encierra en sí, para su propia realización personal, que implica la prestación de un mejor servicio a la sociedad, especialmente a los seres humanos que son destinatarios (directos o indirectos) de ese servicio".

El trabajo es un acto de la persona realizado con libertad y responsabilidad, mediante el cual se procura la transformación de la realidad. Es, pues, una actividad humana, ejecutada con cierta dosis de originalidad, de iniciativa, de creatividad; su resultado o producto -material o inmaterial- es casi siempre la modificación de algo. El trabajo será más humano en tanto esté bien acabado, con competencia técnica y con espíritu de servicio.

El trabajo resulta ser un proceso que requiere esfuerzo. En primer lugar, porque no se configura como tal con acciones aisladas, ni esporádicas. Supone un proyecto y su realización: planear, ejecutar y evaluar, por tanto, el pensar no es una acción irreflexiva o infecunda. En segundo lugar, un trabajo puede resultar más o menos gratificante, pero sin esfuerzo es muy dudoso hablar propiamente de trabajo.

Con el trabajo, el hombre se hace continuador y perfeccionador del ordenamiento del mundo. En este sentido, lleva inherente a su esencia, la exhortación de someter y custodiar el mundo físico. Ambas tareas se complementan. Por un lado, domina y subordina la naturaleza; de otro, custodia y vigila que un descubrimiento (forma de dominio) se utilice de acuerdo al fin que en sí mismo encierra, es decir, que no exista un divorcio entre el orden natural establecido y el efecto de la acción del hombre. El hombre perfecciona la materia modificándola, mejorándola o complementándola y, mediante esas operaciones, le confiere un valor agregado que lleva su huella personal.

En el continuo contacto con el trabajo, las cualidades humanas se mejoran y, por efecto de esa mejora, añaden valor a ese trabajo, de manera que se establece el principio denominado: íntima reciprocidad. El trabajo ha de servir para mejorar personalmente a quien lo realiza, a otras personas y a la propia actividad laboral.

El trabajo debe medirse con el "metro de la dignidad humana", de lo contrario, no se podría hablar de trabajo humano, porque estaría ausente la finalidad de mejora.

La aptitud y la actitud de mejora son esperables en quien trabaja, obviamente. El trabajo también es servicio y ha de concretarse en destinatarios próximos o lejanos, conocidos o desconocidos, agradecidos o indiferentes, con efecto multiplicador o sin él. Ciertamente, esto requiere en quien trabaja, sensibilidad respecto a las necesidades de los destinatarios de su actividad profesional y cierto desapego respecto a las reacciones de aquellos. El trabajo hecho a la criolla y la impuntualidad afectan su condición de servicio social.

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