Dialoguemos hoy, mañana puede ser muy tarde
En el Perú, la violencia familiar sigue siendo una problemática alarmante. Los Centros de Emergencia Mujer han atendido más de 154 mil casos de violencia familiar este año, reflejando una necesidad urgente de fortalecer la salud mental, fomentar la autorregulación emocional y mejorar la comunicación en los hogares.
Según el Ministerio de la Mujer, más de 58 mil niños entre 0 y 15 años fueron violentados física y psicológicamente, y de ellos, más de 7,700 fueron víctimas de abuso sexual, en su mayoría por familiares. El 69% de las víctimas fueron niñas. Estos datos evidencian que la violencia contra menores es una emergencia nacional que exige respuestas integrales y coordinadas entre el Estado y las organizaciones civiles.
No basta con campañas aisladas. Se requiere una estrategia nacional que fortalezca los programas de prevención de la violencia y atención a la salud mental, especialmente en un contexto de incremento del desempleo (más del 16%) y de 10 millones de peruanos viviendo en condiciones de pobreza. Estas situaciones generan estrés, ansiedad, depresión y frustración, factores que incrementan la violencia familiar.
Sin embargo, la violencia no solo afecta a hogares con pobreza monetaria, sino también a aquellos con carencias de comunicación, amor y respeto. Si eres padre, madre o tutor, reflexiona: ¿por qué sientes tanta ira que terminas golpeando a tus hijos o pareja? La ira es una máscara de sufrimientos profundos. En lugar de desquitarte con ellos, busca alternativas para manejar tus emociones. Camina, canta, grita, llora, pero no les causes daño. Si sientes que vas a perder el control, aléjate momentáneamente para respirar y evitar consecuencias irreparables.
Recuerda que los niños son extremadamente vulnerables. La violencia puede convertirlos en agresores o llevarlos a huir de casa e incluso a considerar el suicidio. En 2024, la línea 113 (opción 5) del Ministerio de Salud atendió más de 15,000 llamadas de personas con ansiedad, depresión o pensamientos suicidas.
Si sientes que no puedes manejarlo solo, busca ayuda. Habla con alguien de confianza, escribe lo que sientes, ora, medita, respira profundamente y suelta la carga emocional. Aprende a perdonarte, a ser agradecido con la vida y a sanar tus heridas emocionales para no lastimar a tus hijos. Es importante tener especial sensibilidad con adolescentes LGBTQ+, quienes enfrentan mayores riesgos emocionales. Según el Proyecto Trevor, el 61% de los adolescentes entre 14 y 17 años reportaron haber considerado seriamente el suicidio, una cifra alarmante que exige mayor atención.
La solución está en el diálogo. Hoy más que nunca, necesitamos construir puentes de comunicación en nuestros hogares. Escuchemos a nuestra pareja, hijos y familiares con amor y compasión. Observemos cómo nos sentimos y cómo nos tratamos. Busquemos momentos sinceros para hablar con respeto sobre nuestros miedos y preocupaciones. El diálogo consciente puede ayudarnos a resolver conflictos, pedir perdón y establecer compromisos de paz y reconciliación.
No esperemos más. Dialoguemos hoy, porque mañana podría ser demasiado tarde.
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