Diario de un autor polaco (1)
Lunes 29. Jamás releo. Pero a veces, solo para mojar la punta de la lengua con alguna entrañable prosa, acudo a los libros de siempre. Hoy se me antojó un poco de Gracq, Las aguas estrechas. No lo encontré en mi biblioteca.
Martes 30. R, con quien solo hablo de literatura, me anuncia el lanzamiento de la segunda parte de la trilogía de Antonio Scurati (el título de la trilogía es breve y hermoso: M). Tengo el primer libro y apenas lo he hojeado. Me preocupa el tiempo que paso en redes sociales.
Miércoles 31. Se ha terminado otro marzo pandémico. G y yo intentamos contactar a un autor uruguayo y que G pretende publicar. Tiene una novela inédita y deliciosa: Los tiempos, las guerras. Es difícil dar con él porque, según tengo entendido, este joven uruguayo casi no usa redes sociales. Nuestro plan es hablar con su editor de Montevideo.
Jueves 1. Abril es, por muchas razones, un mes extraño. Es el mes en el que, por ejemplo, suelen ofrecerme trabajo (y yo siempre lo acepto). He retomado The Sorpranos luego de cuatro días. Me encanta su lentitud. Su lentitud permite explicar cosas y desarrollar las fisuras de los personajes. Nadie podría tolerarla hoy justamente por la calma con la que se desarrolla.
Viernes 2. Es feriado. Es peligroso un feriado porque te pone de buen humor para limpiar esto o aquello. Los feriados son días de películas y libros. Por insistencia de K, he visto Mystic River. Sabía que la película de marras era buena, pero no imaginaba que fuese tan potente. Clint Eastwood, sin que yo pudiera sospecharlo, se ha vuelto uno de mis directores preferidos.
Sábado 3. He visto Hillbilly Elegy. Solo tiene dos nominaciones para los Óscar, pero, sin duda, mereció tener muchas más. Amy Adams debió ser nominada a mejor actriz. En fin. El filme aborda la vida de un estudiante de Derecho que tiene que volver a Middletown, Ohio. Parece simple, pero el encanto de esta cinta está en los flashbacks.
Domingo 4. Como se verá, en este diario no consta que esté escribiendo o leyendo. Ver películas es la única anestesia que, por ahora, necesito. Hoy vi otra nominada al Óscar, Ma Rainey’s Black Bottom. Pésima. Eso de llevar obras de teatro al cine no es una buena idea. Por la noche me vi tentado de comprar la poesía completa de Vicente Aleixandre. Gracq sigue desaparecido.