Dictadorcito tonto
El desequilibrado premier Aníbal Torres tuvo el cuajo de ordenarles -el último lunes- a los periodistas que participaron de su farsa de conferencia de prensa que se ciñan a preguntar sobre el “golpe de Estado” que la oposición pretendería asestar contra el presidente Pedro Castillo, al vacarlo o inhabilitarlo. Como bien anota Beto Ortiz, los reporteros debieron irse de ahí y dejar solo al anciano orate en rechazo a su berrinche dictatorial. Torres osó decir que su rueda de prensa tenía “limitaciones”, de tal manera que no cabían cuestionamientos en torno a los actos de corrupción del Gobierno de Castillo que se destapan casi a diario.
Previamente, el furioso primer ministro denunció que ciertos parlamentarios de bancadas de oposición, liderados por la titular del Legislativo, María del Carmen Alva, se reunieron “clandestinamente” en el hotel Casa Andina, en Miraflores, para planear la destitución de Castillo. ¿Qué de oculto puede tener un encuentro con representantes de la fundación liberal Friedrich Neumann en un espacio público? ¿Acaso la vacancia no está estipulada en la Constitución? Lo realmente clandestino aquí son las reuniones que ha sostenido Pedro Castillo en su guarida del pasaje Sarratea (Breña) con proveedores del Estado.
Pero lo de Aníbal Torres, quien ha tirado toda su presunta buena reputación como abogado al tacho por defender a Castillo, no es ninguna novedad, pues siempre se ha mostrado arisco con la prensa independiente. ¿Acaso no le espetó “muchachito tonto” al colega Mario Bryce? Torres también amenazó con que correrían ríos de sangre si es que no se aceptaba al profesor rural como ganador de unas elecciones supuestamente limpias.
Dado el talante autocrático del nuevo titular del Consejo de Ministros, su designación solo pretende que el Congreso gaste su primera “bala de plata” al rechazar el voto de confianza al gabinete, con lo que el siguiente equipo de ministros será incluso peor. Así, Pedro Castillo tendría allanado el camino para cerrar el Parlamento: le bastaría con ir nombrando gabinetes de peor calaña hasta que la representación nacional se vea en la obligación de negarle la confianza a uno de ellos.
Por tal motivo, los congresistas demócratas deben ser harto estratégicos y votar en abstención en el pedido de confianza para el gabinete de Aníbal Torres. Al final, con los votos a favor de los comunistas de Perú Libre y sus satélites, este “gabinete de choque” obtendrá la confianza y el Parlamento no perderá ninguna bala. En tanto, tiene que seguir afianzándose el momento destituyente, para que, a través de la vacancia por incapacidad moral o la denuncia constitucional por traición a la patria, Castillo deje la Presidencia. Y lo mismo debería ocurrir con Dina Boluarte, quien, como ya mencioné en entregas anteriores, es peor que el chotano.
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