Dina Boluarte: cereza sobre la crema
Son unos comicios plenos de trampas. Tenemos un JNE incompleto cuyo presidente -con doble voto- es un comunista liberador de terroristas que transpira empatía hacia ciertos poderes fácticos corruptos; un JNE obviamente sesgado contra los candidatos opositores al imputado por corrupción Vizcarra; un gobierno que, por azar, lidera un tal Sagasti en connivencia con el comunismo aliado de sendero y mrta; en una coyuntura donde la ley ya no funciona ni funcionará porque el Estado de Derecho ha desaparecido, con la complacencia de una prensa corrompida y descastada subyugada al poder a cambio de la publicidad estatal; y, por si fuera poco, abandonados a nuestra suerte gracias a un oxímoron del imperio norteamericano, que se satisface porque otro país tradicionalmente occidentalista de América caería en las fauces del comunismo. Ante semejante tesitura, amigo lector, todo pudiese ocurrir. También está el “cambiazo” para mantener a Vizcarra como candidato; y el hecho de que Sagasti figuró hasta el final en las balotas como vicepresidente del partido Morado; o que el JNE permitió que cuatro terroristas accedan al Congreso; o que Sagasti implore secretamente a Vargas Llosa interceder con Fujimori para que acepte la derrota; o que el software para contar votos sea venezolano. Y sigue la lista de dolos perpetrados/aceptados por este JNE.
En este viciado proceso electoral, amable lector, se debate nada menos que la caída del Perú a manos del comunismo, con la consecuente pérdida de derechos humanos. Empezando por las libertades individuales y de prensa; asimismo la destrucción total de la democracia y el respectivo empobrecimiento de los peruanos. ¿Acaso es dable, amable lector, que estando en juego semejante catástrofe nacional el JNE se niegue a pedirle el padrón de votantes a Reniec –por ley, ambos conforman el llamado sistema electoral- para finalmente contrastar si las firmas de quienes han intervenido en llenar las actas electorales coinciden con aquellas legítimamente registradas? Lo que ocurre es que existe un compromiso entre el comunismo y tres miembros del JNE –avalado por una mafia en la que interviene el miserable Vizcarra a través de la Junta Nacional de Justicia- para, delictivamente, proclamar la victoria del candidato del sombrerazo y el lapicito.
Pero hay algo medular que la nación debería prestarle mucha atención. Porque de ahí pudiese surgir la nulidad del fraudulento proceso electoral que enluta a nuestra patria. Es el affaire Dina Boluarte, candidata a la segunda vicepresidencia de Pedro Castillo. Porque el postulante a primer vicepresidente, Vladimir Cerrón, quedó fuera de carrera tras ser condenado por corrupción. Está demostrado que Boluarte violó la ley electoral al no renunciar al cargo de gerente de oficina de Reniec (parte, repetimos, del sistema electoral) cuyos funcionarios están prohibidos legalmente de postular dentro de alguna plancha presidencial y/o para una curul parlamentaria. A menos, evidentemente, que abdiquen seis meses previos a iniciarse el proceso electoral. ¡Pero Boluarte NUNCA renunció! Por tanto, violentó la norma. En consecuencia, Pedro Castillo ya no tendría vicepresidentes. Cualquier imponderable que ocurriese dejaría al país descabezado. Incluso, no podría ausentarse del país. ¿Qué tal?
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