¡Dina Boluarte, con banda presidencial, comparece a Fiscalía para interrogatorio!
Es una monstruosidad que una fiscal se atreva a sentar en el banquillo de delincuentes a un presidente de la República. Peor aún, que un presidente de la República se rebaje de esta manera. Un presidente de la República atiende únicamente en su despacho presidencial. Todos los altos funcionarios o cabezas de poder tienen que pedir audiencia para ser recibidos. Audiencia formal y protocolar, porque ningún funcionario del Estado es paralelo al presidente de la República; pues este es, a la vez, jefe del Estado, jefe supremo de las Fuerzas Armadas y, sobre ellos, es personificación de la Nación.
Esto es así en todo Estado, aunque sea mínimamente de derecho. Que esta monstruosidad esté ocurriendo en Perú es, precisamente, lo que desde hace pocos años hace que se nos denomine en la esfera internacional Estado de “antiderecho”.
La explicación: el Perú alienígena, desde el 2011, ha perdido las elecciones presidenciales por tercera vez consecutiva, lo que lleva a los tres más pensantes de ese sector, Tudela, Altuve, Flores-Aráoz, a inventar que Castillo, Dina Boluarte y Nicanor son una banda de delincuentes para apoderarse del poder con Dina como pantalla. Ya no serían políticos, sino delincuentes.
Situación que explica que la Fiscalía, en la época de Benavides, creara el Equipo Especial de Fiscales contra la Corrupción del Poder (EFICCOP) y, en la Policía, la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad (Diviac) para perseguir, por ejemplo, a Dina Boluarte, no como política, sino como delincuente común: allanamiento de su domicilio privado, de su despacho presidencial con autorización judicial.
Este EFICCOP y la Diviac se crearon como poder paralelo al de la presidenta Boluarte. Tienen sus propias prisiones y represiones.
Basándonos en Basadre, la crisis más profunda del Perú se explica por su naturaleza dual: Perú foráneo y Perú autóctono. El Estado antiderecho es el Perú foráneo, que está agonizante, frente al Perú profundo, que está ad portas del poder.
Hechos naturales. Frente al problema ad portas de las elecciones generales 2026, de los 41 partidos ya inscritos en el Registro de Organizaciones Políticas (ROP), hay solo dos partidos: el APRA, que todavía ha logrado inscribirse, y el ANTAURO, partido heroico decidiendo el destino nacional desde octubre de 2000, en que derrocó al fujimorismo, y luego de dos acciones armadas, ahora es el único que representa las huestes de Cáceres, Marín Arista, filósofo general del Ejército, y Juan Velasco Alvarado.
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