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Dina Boluarte: ser o no ser…

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Fecha Publicación: 26/07/2023 - 22:50
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No pudimos celebrar el bicentenario de la independencia nacional con éxitos concretos y logros en desarrollo político, económico y social, como país, porque, como siempre, la clase política y los líderes sociales continúan siendo de barro y solo aspiran a tener poder para satisfacer sus personales intereses sin ninguna visión de Estado.

Dentro de esa fangosa realidad tenemos verdaderos caballos de Troya vestidos de rojo que, predicando la erradicación de la pobreza, actúan con violencia y sin respeto de la vida y el patrimonio púbico y privado, buscando acceder al poder para igualar a la población, no en riqueza sino en pobreza, suprimiendo los derechos individuales y sojuzgando a la gente con el uso de la fuerza por parte de un grupo de malhechores que se encaraman en el vértice de lo que llaman Partido Único.

La insatisfacción social por un lado y el totalitarismo rojo del otro nos ha venido llevando a confrontaciones en las cuales la guerra política ha logrado un nivel de desarrollo por parte de estos grupúsculos por encima de las estrategias de los gobiernos de turno, lo que les ha permitido infiltrar a su gente en todos los estamentos estatales, incluidas las fuerzas de seguridad.

Hemos visto que hasta en las grandes guerras, las fuerzas beligerantes suspenden sus hostilidades para celebrar determinadas fiestas comunes en su humana existencia como la Navidad; sin embargo, en el Perú vamos a celebrar un nuevo Aniversario Patrio y, sin respeto alguno, los agitadores del rojo totalitarismo impulsan acciones de sabotaje y desorden para malograr la Fiesta Nacional, crear zozobra y afectar la economía, especialmente el turismo propio de esta época.

A pesar de toda esta guerra ideológica con acciones destructivas, en el Congreso de la República los contrarios se unen para tomar el control del Legislativo, como si tuvieran un San Martín de Porres que les impulse a coexistir en paz, al menos ante el plato de lentejas que ofrece un poder efímero e ineficaz, cargando, además, con un desprestigio gigantesco ante los ojos de la Nación.

La señora Boluarte tiene su única oportunidad de legitimación este 28 de Julio cuando lea su mensaje a la Nación en el Congreso de la República cuyo contenido convenza por su coherencia y realismo, pero que, de inmediato, lo plasme en normas y actos de gobierno que muestren un desarrollo también real y coherente en cada región del país.

El pueblo ya se cansó de palabreos y de aplausos adulones en el Congreso cuando un presidente promete algo, lo mejor que pueden hacer los congresistas es escuchar en silencio y dejar que el pueblo saque sus propias conclusiones, porque, si los peruanos ya no soportamos a todo el Congreso, la estabilidad de la señora Boluarte también empieza a pender de un hijo muy delgado.

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