Dina no tiene corona, ¿o sí?
Absolutamente en desacuerdo con el espectáculo mediático que ha hecho la Fiscalía con la intervención de la vivienda de Boluarte y Palacio de Gobierno. Efectivamente se hizo al amparo de una orden judicial y legalmente correspondía, pero convocar a toda una cuadrilla de periodistas –que disfrutaban levantando el dedo acusador– en horas de la madrugada del Viernes Santo ha sido un exceso. Han dejado en evidencia, una vez más, que la justicia caviar sigue teniendo muchos corifeos en la prensa y que cuando eres su enemigo, no te otorgan un milímetro de concesiones. Una abismal diferencia con el trato a Vizcarra, o Gorriti, y los fiscales del equipo especial, a quienes les han pedido piden disculpas, en un vergonzoso comunicado, por hacer la finta que los investigan. Dicho esto, ni la mecida ni la falta de transparencia se pueden tolerar, más aún viniendo de la presidencia de la República.
Boluarte se buscó el allanamiento, que ha repercutido con cierta fuerza en la prensa internacional. No solo ha sido poco inteligente al hacer despliegue de estos signos exteriores de riqueza cuyo origen legítimo no puede explicar, sino muy torpe al negarse a exhibirlos y dilatar su declaración ante la Fiscalía. Nada en su agenda podía ser más importante que acallar los cuestionamientos y las presunciones de corrupción. Pero parece que no puede y, nuevamente, tenemos un presidente cuya permanencia constitucional pende de un hilo.
Factores como la natural soberbia de quien se marea con el poder, las decenas de congresistas venales que quieren mantener su statu quo, un escenario electoral dramáticamente incierto y, sentirse indispensable para evitar otra crisis política la hicieron confiarse, incluso a pesar de haber perdido a su gran operador político, quien le conoce todos sus secretos, porque Adrianzén resultó un deplorable y sumiso escudero. Doblemente torpe.
Boluarte llegó manchada al Poder Ejecutivo y sus actos recientes solo lo confirman. Recordemos que, al salir electa vicepresidente de la República, pidió licencia sin goce de haber por cinco años en la Jefatura de la Oficina de Reniec en Surco, lo cual fue rechazado a los tres días; además sobre ella pesan diversas investigaciones por hechos anteriores a su presidencia: las distintas cuentas que abrió en el BCP para recibir cupos y coimas del GR de Junín, que luego serían transferidas a su protegido Cerrón para pagar su reparación civil; los aportes no declarados a la ONPE por parte del investigado empresario Henry Shimabukuro, para financiar sus gastos de campaña; la doble planilla y los trabajadores fantasma también en el GR de Junín, donde tanto ella como Castillo estuvieron involucrados y, finalmente, un manejo aparentemente oscuro de las cuentas durante su presidencia en el Club Apurímac. Hay demasiadas razones para poner en tela de juicio sus calidades éticas y morales, sin perjuicio de que es una pésima gobernante.
En entrevista al periodista Juan Carlos Tafur (La República 31/03/2024) al ser preguntado si este gobierno está sostenido por la derecha responde: “Sí, claro. Este gobierno es uno de derecha, mediocre, torpe y malo, pero es uno de derecha”. Discrepo absolutamente. Hay que diferenciar entre ser sostenido por la derecha por un absoluto estado de necesidad –los empresarios e inversores requieren de estabilidad y desean desesperadamente que Boluarte llegue al 2026– frente a tener una estrategia y plan de gobierno de derecha.
¿Otra vacancia generaría mucha inestabilidad? Si, desafortunadamente es una medida extrema. ¿Dejar al país en manos de Alejandro Soto o algún otro ahijado de Acuña sería tenebroso? Sin duda. La vacancia debería ser el último recurso y solo cuando existen circunstancias graves que afectan la idoneidad de un mandatario, de lo contrario, se erosiona el sistema democrático, pero no debe descartarse. Ni la conveniencia ni el pragmatismo deben primar sobre los intereses del país.
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