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Dina rumbo a Davos

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Fecha Publicación: 17/01/2025 - 21:20
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Resulta paradójico que la presidenta Dina Boluarte se prepare para viajar a Davos con el objetivo de proyectar al Perú como un socio confiable y atraer inversiones, cuando las acciones de su propio gobierno evidencian un manejo económico que contraviene esa imagen. La asistencia al Foro Económico Mundial, un evento que históricamente reúne a las altas esferas del poder y la economía global, cobra una tintura particularmente contradictoria si se considera el contexto nacional: la reciente medida de incrementar la Remuneración Mínima Vital a S/ 1 130 ha generado reacciones encontradas y no consensos. Mientras algunos sectores ven este ajuste como una herramienta de justicia social, numerosos gremios empresariales argumentan que tal incremento, lejos de impulsar el crecimiento económico, puede desestabilizar la competitividad laboral y productiva en un país que ya enfrenta serios desafíos en este ámbito.
Las críticas se agudizan al considerar que el déficit fiscal para el 2024 se estima en un 3,6% del PBI, superando el 2,8% alcanzado el año anterior. Este deterioro en la estabilidad financiera estatal se debe, en gran medida, a la reducción en los ingresos corrientes del gobierno general, pero también a los gastos. Así, los números fiscales muestran una tendencia preocupante que pone en tela de juicio la capacidad del Ejecutivo para gestionar eficientemente los recursos públicos y mantener la disciplina que exige una economía como la peruana. El hecho de que se ignore el “techo” impuesto por la regla fiscal, que buscaba limitar el déficit al 2,8%, solo agrava la imagen de un gobierno que parece priorizar la apariencia de modernidad y apertura internacional por sobre una gestión coherente y responsable de las finanzas públicas.
En este escenario, el viaje a Davos es una pérdida de tiempo frente a problemas estructurales que continúan minando la confianza en el Ejecutivo. ¿De qué sirve acudir a uno de los principales foros económicos del mundo cuando las cifras que respaldan la economía peruana demuestran una debilidad fiscal y una desconexión entre las políticas internas y la realidad que sufren los ciudadanos? A Boluarte le importa poco lo que las personas piensen de ella. Durante una reciente actividad oficial, la propia presidenta se refirió de manera sarcástica a las encuestadoras que miden su aprobación, expresando su deseo de ser calificada con “cero”. Esta declaración no solo refleja un desencuentro con la opinión pública, que sitúa su gestión entre el 3% y el 5%, sino también una clara desconexión entre las prioridades de imagen y las necesidades reales del país.
Si poco le interesa lo que piensa el Perú, ¿más le interesa lo que piensa Davos? Ella actúa como si las noticias de los escándalos de corrupción no llegaran a Suiza, lo que evidencia aún más la falta de coherencia en la estrategia gubernamental. ¿Qué estabilidad podemos ofrecer a los inversionistas? ¿Les podemos decir que cumplimos reglas fiscales? No. ¿Que los cambios se hacen por consenso? No. ¿Que tenemos estabilidad política? Tampoco.
Resulta ilógico y contraproducente que la presidenta viaje a Davos para impulsar la imagen económica del país, cuando las acciones de su gobierno —como el incremento desmedido de la RMV y el incumplimiento de la regla fiscal— apuntan a lo contrario. La coherencia y la credibilidad en la política económica no se logran con retóricas internacionales, sino con decisiones que atiendan a las realidades y necesidades internas. Solo a través de una gestión que priorice el equilibrio fiscal y la estabilidad social se podrá construir un escenario en el que las proyecciones de inversión y crecimiento dejen de ser meras apariencias y se traduzcan en beneficios tangibles para la nación.

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