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Diplomacia empírica

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Fecha Publicación: 03/11/2023 - 21:00
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Tremendo papelón diplomático peruano y no exagero. La reunión bilateral de trabajo entre el presidente de los Estados Unidos de América, Joe Biden, y la mandataria peruana, Dina Boluarte, no se produjo porque jamás fue confirmada. La prueba de que así fue se vio cuando ni por asomo apareció en la agenda presidencial del día de ayer que fuera hecha pública por la Casa Blanca. Lo grave ha sido que la canciller Gervasi siempre supo que la reunión bilateral no se iba a producir y ha querido sorprender a la prensa y a la opinión pública, principalmente peruana, refiriendo que “los tiempos quedaron cortos”. Siendo esa una respuesta realmente burda e infantil, lo más grave es que la mandataria en Lima, una vez que contara con el permiso del Congreso de la República para ausentarse del país del 1 al 4 de noviembre, dijo que sostendría la mentada reunión bilateral con su homólogo estadounidense. El recurso al que recurrió la canciller –para asegurar el permiso constitucional– fue envolver a los congresistas con el cuento del encuentro entre ambos mandatarios, que hasta subieron tomados de las manos por unas escaleras para persuadir que tuvieron la esperada reunión bilateral con agenda en mano que todos sabemos que nunca hubo. Al quedar al descubierto que en la programación de la agenda de Dina Boluarte figuraba su reunión bilateral con Biden y que, en cambio, en la del presidente demócrata no había sido registrada, y en su hermetismo Gervasi vio como una salida decir que no alcanzó el tiempo para el tantas veces referido encuentro de trabajo. Ha sido una salida sin profesionalismo que confirma lo muy mal que anda nuestra política exterior, de un lado, en su dirección porque la presidenta Boluarte, desorientada y obnubilada con las atenciones que siempre acompañan los viajes al exterior de un mandatario, ha caído en el juego de la ministra de relaciones exteriores, y de otro en su ejecución, por la propia canciller, sin ningún peso específico ni liderazgo y sin recursos políticos de ninguna especie, ejerciendo una diplomacia empírica lo que constituye una tragedia si miramos hacia atrás la grandeza que le dieron a Torre Tagle diplomáticos de fuste, legando escuela de altura para nuestra vida internacional.

Me queda claro que Estados Unidos no contempló la reunión bilateral porque quería seguir mostrando su posición distante respecto de nuestra vinculación con China por el mega puerto de Chancay. Esta realidad o gesto político era tan evidente que la canciller no fue capaz de aconsejar a la presidenta Boluarte de no viajar decidiendo entretenerla con los últimos cuatro viajes sin ningún resultado concreto para el país, pues nuestra imagen internacional –con delincuentes extranjeros que hacen de las suyas en nuestra vida interna– yace por los suelos. Dado que Boluarte personifica a la Nación como presidenta, los peruanos hemos sido desairados y ninguneados, pero eso tampoco parece importarle a la señora Gervasi que, desenmascarada en su verdadero perfil donde el interés nacional no cuenta ni por asomo, también me queda claro que no renunciará al cargo y entonces quedará al Congreso censurarla.

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