ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

¿Diplomacia psicótica?

Imagen
Fecha Publicación: 09/06/2023 - 22:00
Escucha esta nota

El sadomasoquismo se ha insertado en la política internacional.

Lo decimos recordando, entre otros hechos, la visita del presidente Petro a España, quien antes de viajar a Madrid lanzó ataques de grueso calibre contra sus anfitriones, diciendo que el pueblo colombiano luchó para liberarse del “ejército del yugo, de un régimen productivo de esclavistas que condenaban al hombre negro, a su familia, a sus amores, hijos y nietos a ser esclavos a perpetuidad”, agregando que “el 12 de octubre se conmemora una invasión, un genocidio, un saqueo”.

Sin embargo, en respuesta a esos envenenados dardos, fue recibido con fanfarrias, transportado en el lujoso Rolls-Royce Phantom que utilizaba el general Francisco Franco y alojado en el Palacio Real de El Pardo, donde llegó precedido por setenta briosos caballos del Escuadrón de la Escolta Real y saludado con veintiún cañonazos.
Los reyes extremaron las atenciones, ofreciéndole una cena de gala y condecorando al exguerrillero con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, instituida en 1815 para premiar “la lealtad acrisolada” y “aquellos comportamientos extraordinarios de carácter civil”.

Al día siguiente fue recibido con sonoros aplausos por el Congreso de Diputados, a excepción de la bancada de Vox que se retiró indignada denunciando que “la política internacional del Gobierno es siempre sumisa ante los enemigos de las libertades, desde China hasta Venezuela, pasando por Cuba o por Colombia”.
Después, el mandatario fue galardonado por la Universidad de Salamanca y el Ayuntamiento de Madrid le entregó la llave de oro de la ciudad.
Más homenajes, imposible, a quien había agraviado a sus oferentes.

Cuando suceden situaciones similares, en el Perú hay un dicho popular que podría aplicarse a la diplomacia sadomasoquista de las autoridades hispanas: “Cuando más me pegas, más te quiero”.

Petro también estuvo en Estados Unidos, a cuyo gobierno imputó haber “destruido la economía de América Latina” y “construir muros, metralletas y cárceles para impedir el ingreso de migrantes”; pero, al entrevistarse con el presidente Joe Biden, exigió el levantamiento de sanciones a las dictaduras de Venezuela y Cuba.

Al día siguiente visitó la Universidad de Stanford, utilizando la tribuna académica para defender al golpista Pedro Castillo y a Nicolás Maduro. Sobre este último sostuvo la felonía de que la pobreza llanera era consecuencia de represalias económicas, porque “ellos vivían bien, tenían acceso al mejor whisky del mundo, que es una forma de vivir sabroso”.

En este contexto sadomasoquista debemos recordar que el mexicano López Obrador, autoproclamado defensor de los derechos humanos, condecoró con el Gran Águila Azteca a su homólogo cubano Miguel Díaz-Canel, semanas después que este ordenara el encarcelamiento de decenas de jóvenes que protestaban pacíficamente demandando mejores condiciones de vida: la respuesta represiva del régimen de La Habana fue sentenciar a 297 manifestantes a penas entre cinco y veinticinco años por el delito de sedición.

No menos significativa –y patética– resultó la actuación de Lula da Silva al pretender erigirse en líder mundial. Comenzó bien, acudiendo al Vaticano para recibir la bendición del papa Francisco. Luego se desplazó a la Cumbre del G-7 celebrada en Japón, evento en que –según el diario español El País– dio “ridículos pasos para evitar un encuentro con el presidente Zelenski”, que “fueron la comidilla de los medios globales y generaron profundo disgusto en Washington y Bruselas. Fracaso por donde se le mire”.

Más adelante convocó a una cumbre sudamericana en Brasilia, cometiendo la torpeza de recibir con honores a Maduro, a quien calificó de demócrata, y sostuvo el disparate de que se había construido una narrativa adversa contra su gobierno. Blindar a un dictador sanguinario y corrupto, provocó la protesta de los presidentes de Chile y Uruguay, así como de los demócratas del hemisferio.

Hasta ahí llegaron los escarceos geopolíticos de este personaje cazurro y carismático, que con una mano recibía dinero de Odebrecht y con la otra utilizaba ese dinero sucio para financiar el Foro de Sao Paulo y a los políticos de izquierda del hemisferio. ¿Será el sadomasoquismo una nueva forma de hacer política? El tiempo lo dirá.

Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.