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Discordia migratoria

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Fecha Publicación: 02/05/2023 - 22:10
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Tenía que ocurrir en la frontera peruano-chilena –irónicamente llamada Línea Concordia- el incidente diplomático provocado por la desproporcionada decisión mapochina de expulsar a la mala hacia nuestro territorio a la masa de migrantes irregulares o ilegales –principalmente, venezolanos más colombianos, haitianos, etc.- para que la crisis migratoria que ya padecemos desde hace seis años debido a pésimas decisiones políticas, se agudice de modo intolerable.

De nada sirve repetir lugares comunes. Vaya si sabemos que a partir del 2017, como resultado del noble papel del Perú al frente del Grupo de Lima que debía provocar la caída de la dictadura castro-chavista y narco por añadidura del impresentable Maduro, se abrió nuestra frontera y hoy albergamos en el país más de medio millón de llaneros que huyeron de la nefasta tiranía que castiga la patria de Bolívar.

Lo mismo que, sin duda, la inmigración llega a ser un factor positivo en el desarrollo económico y social, siempre que ésta se produzca dentro de un proceso regular y ordenado con los debidos controles legales y no de manera indiscriminada como negligentemente pasó –y pasa-, introduciéndose entre los miles de buenos venezolanos un uno por ciento de antisociales con prontuario penal que ha incrementado gravemente la criminalidad en la nación.

Si el gobierno de La Moneda decidió drástica y unilateralmente la susodicha expulsión por el asesinato de un carabinero militarizando su frontera, la respuesta del débil y apenas reactivo régimen peruano de turno absolutamente rebasado por la trágica realidad, ha sido declarar el estado de emergencia fronterizo a nivel nacional, ordenar la intervención policial-militar para cautelar el orden interno y algunas medidas administrativas de amnistía y humanitarias que buscan regularizar en nuestros lares la insostenible situación.  Claramente, algo es algo pero no basta.

Ante este dramático escenario, por lo menos las Cancillerías peruana y chilena se han puesto a dialogar en procura de una estrategia conjunta que, para prosperar, debe involucrar a los demás países fronterizos o con connacionales afectados, empezando por la tartufiana Venezuela que es la madre del cordero y hasta ahora mira al costado impunemente. Empero, ello no es suficiente. También resulta indispensable convocar el apoyo de la comunidad internacional y la efectiva participación de las agencias competentes de la ONU (léase, Organismo Internacional de Migraciones y ACNUR) que tienen que pasar de las palabras a la acción eficaz y solidaria. Esto, señores, es una verdadera tragedia continental. ¡AMÉN!

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