Donald Trump y los rebotes en la política

Donald Trump, cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos de América, es noticia central en su país por estos días, por el ruido que produjo la inminencia de su detención por las imputaciones de soborno a una actriz porno, una acusación que se recuerda desde los tiempos en que fue candidato a la presidencia, llamando a las calles a protestar por lo que ha considerado una cacería de brujas en su contra.

Está claro que la idea central de la estrategia de la oposición, que siempre diré que lo son no solamente los decantados demócratas sino, además, los republicanos tradicionales desplazados por Trump en 2016, será evitar a cualquier precio que su candidatura en alza cobre la inexorable fuerza mirando las elecciones de 2024.

En política el cargamontón siempre termina beneficiando y Trump no sería la excepción. Es verdad que ha demostrado ser un mandatario imprudente, tremendamente irreverente y con un manejo internacional harto cuestionado, pero nadie podría negarle los resultados de su pragmatismo para la personalidad internacional de EE.UU. como "hegemón" del planeta -llegó a reunirse hasta con Kim Jong-un, líder de Corea del Norte-, y su apuesta por el país al que los sectores históricamente vinculados a la construcción del imaginario estadounidense, le agradecieron su decisión por el proteccionismo -tengo mis resquemores en su enfoque y dinámica de impacto-, levantando sus alicaídas fábricas en diversas partes del país, y con resultados concretos, dado que "resucitó" a los gringos pobres y sin grados ni títulos que se han arrogado parte de la construcción de la denominada "gran Nación americana", inscrita en el Destino Manifiesto, la doctrina más efectiva del referido imaginario estadounidense que desde hacía muchos años un presidente no practicaba en el país.

Ese sector de ciudadanos es el grueso de incondicionales a Trump en sus intervenciones políticas. Creo que toda la bulla que está pasando en EE.UU. beneficiará a Trump pues la política es esencialmente tenencia del poder y éste es apetecido por los políticos, como en el Perú, que viven en medio de las pugnas, su pan de cada día.

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