¿Dónde está Dina?

No me refiero a su ubicación en el espacio o en el tiempo, sino a su ubicación en el espectro político, si es que la tiene. ¿Cómo va a ser recordado este gobierno? La percepción es que nos encontramos ante un gobierno de derecha y, puntualmente, ante uno que no está haciendo un buen trabajo.
Dina Boluarte no es una política de gran talla. ¡No podría serlo! Vladimir Cerrón no lo hubiera permitido. Recuerden que, en la fórmula original, el prófugo líder de Perú Libre se ubicaba como segundo vicepresidente. Conociendo su naturaleza de bellaco, en comparación a la de Castillo de borrico, no habría permitido que alguien se interpusiera entre sus planes de poder. Castillo y Boluarte fueron siempre imágenes decorativas para Cerrón.
El gobierno de la actual mandataria se percibe como enemigo del anterior. La derecha debe evitar que esta narrativa prolifere, como ya lo está logrando la izquierda, porque en el Perú el péndulo electoral suele mandar y la presunta “derechización” de Boluarte podría perjudicar a la verdadera derecha en las próximas elecciones. Siempre, además, está el factor de los platos rotos, que paga el nuevo gobierno. La izquierda destruye y quien le sigue paga la factura, se culpa al sistema y así la izquierda se mantiene viva.

Alex Contreras, ministro de Economía ha propuesto, como solución a la recesión, un crédito subsidiario. ¿En qué universo es eso propio de un gabinete liberal? Han incluido, además, en ese crédito una serie de bonos que han sido repartidos a pedido de varios miembros del Legislativo. “Parecía un mercado persa”, me dijo este lunes Alejandro Cavero, congresista opositor del susodicho crédito.
Sucumbir a la idea de la izquierda de una remoción de Ejecutivo y Legislativo es validar la teoría que ostentan, que solo funcionan los poderes del Estado cuando son controlados por caviares. Por eso tienen la osadía de tildar de “dictadura parlamentaria”, porque cuando ellos no dominan la conversación, es una afronta a la democracia. Recordemos que solo ellos son la reserva moral del país.
Eso no significa, sin embargo, que no se le puede criticar cosa alguna a la mandataria. La derecha teme que criticándola se va a sumarse de manera implícita al esfuerzo vacante. Ya estamos todos malacostumbrados a la posibilidad de la vacancia y cierre del Congreso, por obra y malicia de Vizcarra, destructor del Estado de Derecho. Volvamos a la época donde la crítica era para buscar mejoras, no para que rodaran cabezas y patear tableros.

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