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¿A dónde vamos?

Fecha Publicación: 04/09/2019 - 22:10
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Nuestros mayores siempre nos han inculcado que cuando algo produce buenos resultados debe mantenerse sin cambios innecesarios, sin que por eso se le pueda imputar al que piensa de manera tan sabia, el sambenito de conservador o cavernícola.

El mantenimiento de lo que produce buenos resultados no implica una renuncia a sostener en paralelo investigaciones para descubrir el cómo dar saltos cualitativos para mejorar aquello que marcha bien y multiplicar esos buenos resultados. En el Perú nos hemos acostumbrado a mantener lo que produce excelentes resultados hasta su saturación, sin impulsar investigaciones de mejora, por cuya razón, saturado el método, todos piensan que no sirve porque ya no rinde los frutos de siempre cuando en realidad los que no sirven son los gestores encargados de controlar la calidad preexistente, investigar alternativas de mejoras, aplicar las que resulten necesarias para mantener la productividad y calidad o, inclusive, incrementarla.

Ahora que se discute la necesidad de una reforma constitucional y hasta del cambio de Constitución, porque según se dice, el sistema político y económico habría fracasado, la pregunta ineludible es si el sistema es el que fracasó o si todos los peruanos hemos fracasado por tener tan malos gobernantes y tal cantidad de ladrones en el aparato estatal.

Decimos esto porque la nueva generación no conoce que, hasta los noventa, nuestra economía siempre fue deficitaria y éramos como la Argentina actual que tiene que depender del FMI, del BM y de préstamos del exterior para equilibrar su presupuesto, obtenidos a un costo muy alto por ser un país inelegible por estar casi quebrado.

No teníamos bienes y servicios de calidad y los servicios públicos eran un desastre que, como muestra, conseguir un teléfono fijo tenía un alto costo con la coima incluida para que la instalación no tardara años o que nuestra industria producía accesorios de pésima calidad a elevados costos que, como en el caso de gasfitería o mecánica, había que sumarle costos adicionales de gasfitero o mecánico que acondicionaban aquellos con otra “tecnología”. Desde los noventa conocimos una realidad, para nosotros extraordinaria, que nuestras reservas llegaron a superar los sesenta mil millones de dólares.

¿Qué hicieron nuestros gobernantes con tanto dinero? Lo único cierto es que casi todos están procesados por corrupción, que la reconstrucción del país siempre se mantuvo en cero y, ahora, con servicios de salud deplorables, estamos frente a una especie de eutanasia que sirve para liquidar a nacidos prematuramente por falta de incubadoras.