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Dos años de la guerra entre Rusia y Ucrania

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Fecha Publicación: 23/02/2024 - 21:00
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La guerra entre Rusia y Ucrania hoy llega a su segundo año. Una completa desgracia para los dos países y desde luego para la humanidad por la montaña de muertos que ha producido. Al cabo de los 24 meses de iniciada esta conflagración bélica bilateral tendríamos que decir, en primer lugar, que la guerra ha debilitado al sistema westfaliano de la sociedad internacional contemporánea. Desde el instante en que Rusia decidió la invasión de Ucrania, debilitó el principio de inviolabilidad de las fronteras nacionales que se hizo pétreo luego de la firma de la Paz de Westfalia de 1648, acontecimiento histórico que puso fin a la denominada Guerra de los Treinta Años en Europa. Así, la dimensión del impacto que ha causado el gobierno de Vladimir Putin a la conciencia colectiva internacional sobre la prohibición de ingresar en el territorio de otro Estado, ha sido devastador, creando el riesgoso antecedente de que pudiera agudizarse ante cualquier otro inesperado evento bélico en el planeta. Realmente deberíamos cruzar los dedos para que eso no pase porque podría flagelar a la soberanía de los Estados. Un elemento en adición al cumplirse 2 años de la guerra, es que hay un evidente afianzamiento de la cuestionada guerra preventiva. Así, el argumento de un Estado (Rusia) de iniciar un ataque armado a otro (Ucrania), además, en condiciones militarmente inferiores para el segundo, en la idea de que lo hizo por su seguridad y defensa nacional o porque cree la existencia de una amenaza geopolítica a su área de influencia, es lo mismo que legitimar el capricho o permitir la arbitrariedad.

Rusia decidió la invasión de Ucrania sobre la base de un supuesto, es decir, de que si acaso Ucrania ingresaba en la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), entonces corría peligro la integridad territorial de la Federación de Rusia y por tanto su seguridad nacional. En pleno siglo XXI en que los Estados de la comunidad internacional han alcanzado madurez en el respeto de la soberanía nacional por el enorme desarrollo del derecho internacional, sobre todo luego de la Segunda Guerra Mundial y con el imparable proceso de descolonización, Moscú, a contracorriente, ha tirado al suelo el respeto de la referida soberanía estatal. Es verdad que Rusia no estrena la guerra preventiva –lo hizo Israel por la Guerra de los Seis Días en 1967, ocupando todo el Sinaí, y Estados Unidos por la invasión de Irak en 2003, cuando decidió ir la caza del dictador Sadam Hussein–. Rusia ha creado, entonces, un nuevo precedente nefasto para el derecho internacional contemporáneo. Con lo anterior, lejos de lo que se pudo haber creído, no se trata de una guerra de envergadura planetaria ni de formación de coaliciones o alianzas. Por más que una de las partes en combate –Rusia–, que incuestionablemente es un Estado relevante en el globo por su dimensión geopolítica en las Relaciones Internacionales, lo que incluye su protagonismo durante la denominada Guerra Fría cuando se nominara Unión Soviética, capaz de comprometer jurídica o políticamente a otros Estados, la naturaleza del acto bélico y por sus características en estos 2 años de la contienda, confirman una guerra bilateral, circunscrita al ámbito territorial de ambos países, e incluso exclusivamente desarrollada en el territorio de uno de ellos: Ucrania; asimismo, la penosa tendencia de la guerra es hacia un escenario internacional de tensiones y polarizaciones entre los actores poderosos del globo y lo más grave, es que la guerra pretende relativizar el principio de la solución pacífica de las controversias. Esta última, finalmente, es una de las consecuencias más riesgosas para la paz mundial que tanto costó a la sociedad internacional alcanzar luego de la Segunda Guerra Mundial, a través de la Carta de San Francisco de 1945.

Excanciller del Perú e Internacionalista

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