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Dos décadas de infamia

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Fecha Publicación: 08/12/2023 - 23:00
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Estamos sobreviviendo tiempos de completa irrealidad, trajeada de objetividad; de conmovedora injusticia disfrazada de equidad; donde los delincuentes fungen de piadosos y viceversa. Como el título de esta columna, en estos tiempos –verdaderamente trágicos– sobrevivimos en el Perú en un “mundo al revés, donde nada el pájaro y vuela el pez”. Acá los bondadosos son los terroristas y quienes los combaten son genocidas. En ningún país que se precie de ser democrático, además de respetuoso de un Estado de derecho, sus jueces admiten benevolencia alguna para los terroristas. Ni sus políticos permiten que su país sea sometido al dictado de algún sistema jurídico transnacional, que absuelva e indemnice a terroristas que han atentado ferozmente –al extremo del genocidio–, asesinando durante veinticinco años a cuando menos de 50,000 inocentes pe-rua-nos, apelando a la crueldad y a la sevicia, matando indistintamente a niños, jóvenes, adultos, mujeres y hombres que, ilusionadamente, vivían en este país. ¡Esta realidad, que parece mentira, es lo que ocurrió en nuestra nación después de aquel horroroso baño de sangre! Y luego que nuestro poder Judicial condenara a los autores de semejante magnicidio, tal como disponen los códigos legales aprobados por nuestro poder Legislativo –conformado por parlamentarios elegidos por el pueblo en elecciones libres–, el régimen del hipercorrupto Alejandro Toledo, sometido al chantaje de la mafia caviar, puso al Perú a órdenes de una corte transnacional manipulada por las izquierdas latinoamericanas. Desde entonces Perú dejó de ser el país probo, seguro, coherente legado por sucesivas generaciones de gente moralmente estructurada, para convertirse en esta caricatura de nación donde, disfrazada de democracia, imperan la anomia y el abuso implantados por la mafia de los caviares.

Vivimos pues en un país puesto de cabeza, donde las normas que regulan lo más sagrado del ser humano –es decir, la vida– son papel mojado. Sencillamente porque, al final del día, la vida, salud, además del patrimonio de todos los peruanos, depende de la decisión de una cúpula ideológica de crápulas caviares. sentados alrededor de alguna lujosa mesa en un ambiente palaciego ventilado con aire acondicionado y gozando de todos los privilegios que imagine, amable lector. Todo esto gracias a que es usted quien paga la alícuota que le corresponde de esa abusiva exacción de la que sigue siendo víctima el pueblo peruano. Entre tanto acá rigen la ley de la fuerza bruta; la ley de los amigos con poder; la ley de la coima al poderoso y, sobre todo, la ley que protege a los terroristas y condena a los policías y soldados que defiendan la vida del ciudadano.

Y acá, asimismo, autodeclarados corruptos como Jose Graña Miró Quesada compran su libertad; no solamente pagando dinero negro sino utilizando a medios de información, como El Comercio, para desinformar a la opinión pública y limpiarle la cara a los autores del monumental affaire de corrupción llamado Lava Jato, para que de esa manera vuelva a girar la rueda de la fortuna que devolverá el statu quo soberano a los Graña MQ. Cortesía de sus compinches, los caviares.

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