Earendel y el infinito
Tengo, como tantos, fascinación por el infinito. Desde la serie de números transfinitos en donde el infinito es cero, hasta las inconmensurables distancias de las galaxias y el tiempo casi eterno en el que no había tiempo, ni materia, ni espacio, ni nada.
Esa fascinación se ha visto gratificada recientemente por un extraordinario hallazgo del telescopio Hubbe que detectó la estrella más lejana jamás vista: Earendel, situada a casi 13 mil millones de años luz de la tierra y cuya formación data de la edad temprana del Universo, es decir, de los primeros mil millones de años después del Big Bang.
Lo increíble está en que la ciencia humana ha logrado saber qué pasó desde el primer diezmilmillonésimo de segundo después de la gran explosión. Antes de eso, nada se sabe aún. Y antes, la nada. Y antes de la nada, qué.
Para los creyentes, Dios. Para los astrofísicos, la energía del vacío, en la que súbitamente aparecían minúsculas “burbujas” de energía que luego desaparecían. Un día -como en los cuentos y hace 13,800 millones de años- una de esas “burbujas” infinitamente caliente y pequeña, estalló y desde ese instante el Universo se fue extendiendo, a la vez que se creaba el espacio y el tiempo. Durante sus primeros instantes -dice la crónica científica- “el Universo era una especie de ‘plasma’, muy denso y caliente, compuesto de cuarks y anticuarks (materia y antimateria) que se inhibían entre sí, quedando un excedente de cuarks. Estos, que son los elementos más pequeños en que se divide la materia, se combinaron con nuevas partículas elementales para terminar formando átomos de hidrógeno y helio.”
Pero la ciencia humana ha descubierto más: en 5 mil millones de años, el Sol desaparecerá y en unos 15 mil millones, todo el Universo se terminará de contraer, hasta formar un solo gran agujero negro que explotará desapareciendo en una gran implosión, en lo que se ha denominado el Big Crunch. Algunos científicos sostienen, en contrario, que el Universo se seguirá expandiendo infinitamente.
Earendel significa en inglés antiguo ‘estrella de la mañana’, ‘luz del amanecer’. Cynewulf, poeta anglosajón que lo nombró por primera vez, vivió en el siglo IX y escribió versos que se han perdido en el tiempo, pero dejó uno: “Dios abrió la puerta para el arte de la poesía”. Y como la poesía tiene aspiraciones de infinito, esa puerta no se cerrará jamás. Ya Bécquer en uno de sus más famosos versos profetizó: “Podrán no haber poetas pero siempre habrá poesía…”
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