Efluvios irreverentes
Rompiendo las frías estaciones e intempestivas lluvias, capaces de sorprender y destronar la belleza del arcoíris, desde Puno, la mujer del Altiplano nos sorprende con una obra que trata de un tema tabú, la sexualidad, en particular, la de la mujer, que es tema, lamentablemente, mal enfocado y lleno de miradas negativas. Para ello, en sus relatos recurre a la absoluta libertad y así deja volar todo lo que la imaginación construye, porque al final de cada experiencia afirma, como lo expresó Ricardo Arjona: “También es mi primera vez, siente como tiemblo, ya ves, tuve sexo mil veces, pero nunca hice el amor”. En sus historias, el repertorio amatorio es muy original y creativo, pero apenas están delineadas para que cada quien las vaya construyendo con su propia particularidad, como obra y creación heroica, basadas en experiencias vividas y no en glosarios memorizados y siempre mal aplicados, cuyo telón de fondo será disfrutar de acuerdo a su propio ritmo, sabor y color.
Lidia Cayo viene con todos los dardos en mano para enrostrar a un mundo dominado por la cucufatería, el machismo y la hipocresía y presentarnos historias reales que son apenas fotografías de lo que sucede día a día y que pueden ser historias que acerquen a quienes las leen a su propia experiencia. Las historias narradas en ‘Efluvios’ son crudas y la realidad oficial pretende negarlas so pretexto de una lejana e inexistente moralidad. Al respecto, Daysi Arévalo escribió: “Cada relato, a veces de manera ruda, nos da la bienvenida a un universo que asombra hasta casi llegar al orgasmo”, es que en cada una de ellas la autora hace uso de un lenguaje descarnado, irreverente y que la magia de la literatura eleva, embelleciéndolo, llenándolo de sensualidad y marcando los límites con toda narración pornográfica, chabacana y barata. Aquí cabe como anillo al dedo lo afirmado por Isabel Allende: “Para las mujeres, el mejor afrodisiaco son las palabras. El punto G está en los oídos, y el que busque más abajo está perdiendo el tiempo”.
Al finalizar la lectura, vienen como lecciones aprendidas que en temas del sexo la mujer no debe sacar la espada y dar cuenta de sus iras, también esto es válido para los hombres, sino entender que el sexo es la elevada y suprema ceremonia de entendimiento entre dos seres racionales que, a pesar de perder la razón, entienden que el sexo también tiene un sentido democrático donde deben gozar el que está arriba y el que está abajo.
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