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El abrazo

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Fecha Publicación: 18/02/2022 - 22:30
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A través de la historia, un abrazo ha comunicado paz, pero también traición

Gersón Hernández, México

El efusivo abrazo de la presidenta del Congreso al vocero de la bancada de Perú Libre (PL), Waldemar Cerrón, proyectó una imagen de reconciliación y entendimiento, una señal de distensión, que estuvo precedida del retiro de expresiones ofensivas del premier Aníbal Torres, que acusó a la oposición parlamentaria de conspirar para provocar un golpe de Estado.

La tregua y el abrazo duraron muy poco. Resultaron coreográficos, porque horas más tarde PL publicó un comunicado políticamente bélico, reafirmando mantener la moción de censura y acusación constitucional contra la señora María del Carmen Alva, agregando que no participarán en la ronda de conversaciones promovidas por el presidente del consejo de ministros para obtener el voto de confianza, lo que significa que la confrontación ahora se extiende al Poder Ejecutivo.

Gobierno y oposición parlamentaria, empero, no podrán alcanzar ningún acuerdo firme si no desactivan las bombas políticas sembradas por el oficialismo.
La primera –la más letal– es la ilegal propuesta de convocar una Asamblea Constituyente de modo directo, con la sola presentación de planillones de adherentes, prescindiendo del Parlamento, lo cual, simplemente, viola la carta fundamental y, por tanto, resulta irrealizable.

Castillo sabe muy bien la inviabilidad de ese proyecto, porque ha sido ilustrado sobre el tema por el Tribunal Constitucional, magistrados y académicos, legisladores y miembros del Jurado Nacional de Elecciones. ¿Por qué insiste, entonces?
Insiste porque esa es propuesta central, eje del plan de gobierno de PL y la mayor apuesta política de su líder, Vladimir Cerrón, quien dice que el texto de 1993 "fue impuesto tras un golpe de Estado promovido por el empresariado nacional y transnacional que promueve el carácter individualista, mercantilista, privatista y entreguista".

Ante ello, Cerrón propone crear un Estado plurinacional y una República federada, que el Gobierno regule el mercado y los contenidos de medios de comunicación, distribuya la riqueza, revise tratados de libre comercio y acuerdos derivados de la Alianza del Pacífico. En esa línea radical también plantea estatizar yacimientos gasíferos, mineros, petroleros y centros energéticos. Es decir, replicar el fracasado modelo autoritario de Cuba, Nicaragua y Venezuela, que han conducido a sus pueblos a la miseria y a un masivo éxodo por libertad y mejores condiciones de vida.

Ninguno de esos objetivos, sin embargo, podrían concretarse porque lo impide la propia carta magna, que establece que cualquier reforma debe hacerse vía el Parlamento. Solo a través de una Asamblea Constituyente –piensan en PL– podrían revertir esa situación, porque ese fue el camino seguido por los miembros del socialismo del siglo XXI, incluyendo al agitador boliviano Evo Morales, que en sus tres visitas al Perú ofició de predicador de las bondades de ese sistema.

El 2002, Pedro Castillo, entonces un desconocido profesor de una escuela primaria, sin formación ideológica ni programática, con limitada cultura y dificultades para expresarse, debutó como candidato a la alcaldía de Anguia, uno de los 19 distritos de Chota, en representación de Perú Posible, partido de Toledo. Perdió los comicios en ese pequeño poblado de escasos 4600 habitantes y 2400 electores, hasta que el 2021 Vladimir Cerrón lo reactiva políticamente al designarlo candidato de su agrupación. Financia la campaña, moviliza militantes y personeros, le hace entrega de su plan de gobierno para que lo divulgue a nivel nacional.

Castillo gana sorpresivamente con apoyo de casi nueve millones de votantes. Sin Cerrón, Castillo seguiría enseñando en alguna escuela primaria de Cajamarca. Gracias a Cerrón es jefe del Estado, por lo cual resultó desleal y ofensivo decir que su líder y promotor no ocuparía ni siquiera el cargo de portero en su gobierno. Cerrón podría haberle respondido que sin PL Castillo estaría dictando clases en algún colegio de Chota.

Pero más allá de estas anécdotas, el episodio del abrazo quedará en el recuerdo de la buena intención de la presidenta Alva y de la conducta esquiva de Waldemar. En todo caso, aplicando la frase de Ramiro Prialé, líder del APRA, quien sostuvo que “conversar no es pactar”, podríamos decir que “abrazar tampoco es concertar”.

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