El APRA da una lección de democracia interna

En medio del mayor desgaste de la democracia peruana en décadas, el Partido Aprista Peruano (PAP) se prepara para unas elecciones internas que, más que un trámite, constituyen un acto de resistencia democrática.
Aunque en teoría la democracia significa “gobierno del pueblo”, su valoración ciudadana ha caído drásticamente. Según el Barómetro de las Américas 2023, casi la mitad de los peruanos estaría dispuesta a vivir bajo un régimen no democrático si este resolviera sus problemas inmediatos; una señal preocupante del desencanto colectivo.
Frente a esta realidad, la dinámica interna del PAP, con por lo menos cinco listas disputando la elección que definirá su representación en 2026, constituye un espacio de diálogo democrático que parece faltar en la mayoría de organizaciones políticas del país, donde las candidaturas suelen definirse a puertas cerradas o con listas únicas.
Si bien aún se encuentran en un momento de formalización de las candidaturas, las campañas de los precandidatos ya comenzaron. Además, esta dinámica interna ha traspasado los locales partidarios y saltado a la prensa nacional, junto con una intensa movilización de algunos de los candidatos por todo el país.
Este escenario, además de constituir un síntoma esperanzador de democracia interna, adquiere especial relevancia en el contexto actual. Las encuestas de opinión reflejan una profunda desconfianza ciudadana: la aprobación del Congreso se mantiene en niveles históricamente bajos —apenas entre 2 % y 3 %.
Es aquí donde la democracia interna de los partidos adquiere un papel crucial. Aunque la ley electoral actual brinda escenarios flexibles para los procesos internos, son los partidos los llamados a aprovecharlos para cimentar una renovada cultura democrática desde la base.
Cuando se facilita que los militantes debatan, confronten ideas y elijan a quienes los representan, se fortalece no solo el partido, sino la democracia en su conjunto. Frente a la proliferación de “vientres de alquiler” y partidos personalistas que han socavado nuestras instituciones, el PAP ejemplifica cómo puede trabajarse la democracia desde adentro.
Este proceso debería servir de ejemplo tanto para la ciudadanía como para los demás partidos. El PAP tiene un deber importante en tiempos de desprestigio de la democracia, y es demostrar que la política requiere un debate permanente para convertirse en un espacio de transformación real.
En todos los partidos, los militantes deben asegurar procedimientos democráticos internos claros, informados y ampliamente discutidos, con participación de las instancias electorales. Esto permitirá consolidar la legitimidad de esa representación.
Significa también darle a la ciudadanía herramientas para vigilar, reconocer e interiorizar estos procesos, respaldando a las agrupaciones que promuevan la democracia interna como norma, no como excepción.
Si queremos fortalecer la democracia, debemos comprender que no se reduce solo a elecciones generales. Su esencia se cultiva en cada espacio donde se confrontan ideas, se construyen instituciones y se dialoga con respeto. Esa es la verdadera y única arma contra cualquier clase de autoritarismo.

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