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El baile de los que sobran

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Fecha Publicación: 16/07/2024 - 21:50
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El reciente incidente sobre la supuesta falta de definición territorial de la Isla Santa Rosa, generado por el director de soberanía territorial de la cancillería colombiana, Felipe Cadena Montenegro, y la enérgica respuesta del alcalde de nuestra isla, ubicada en el corazón del río Amazonas, Jack Iván Yovera Peña, así como las inmediatas disculpas por parte del alcalde de Leticia, Elkin Jadrián Uni Heredia, y el posterior comunicado de la cancillería colombiana desmintiendo lo dicho por su funcionario, ponen sobre el tapete un viejo problema: la ausencia del Estado peruano en nuestras fronteras.

El cauce del río Amazonas varió y este permitió al funcionario colombiano poner en duda la definición territorial sobre la cual el Perú no tiene duda. No fue ni el gobierno central, ni el gobierno regional, sino un alcalde peruano, quien tuvo la valentía de hacerle frente a este desubicado funcionario colombiano, expresando con energía nuestro malestar por una declaración tan fuera de lugar. El incidente motivó que nuestra cancillería pida explicaciones sobre tan desafortunada declaración. Felizmente, el cauce del río volvió a su caudal, pero puso en evidencia las enormes debilidades de nuestra política de fronteras vivas.

El problema no es el incidente ocurrido, sino que la narrativa hegemónica oficial del país, la cual continúa dejando fuera a estos pueblos que, por su posición estratégica en el territorio patrio, deberían ser un modelo de inversión pública y privada que contrarreste cualquier tipo de confusión respecto de nuestros límites territoriales.

Aunque soy un convencido de que las fronteras debieran dar paso a una integración en bloque del continente, la realidad nos lleva a seguir sosteniendo una definición territorial en función de Estados-Nación. Ello no resta el fomento de políticas de fortalecimiento en nuestras fronteras, ni su intercambio económico y comercial, ni el intercambio cultural y social que existe naturalmente entre nuestras poblaciones. Exige sí una posición firme del país respecto a que no existan dudas sobre delimitaciones que están claramente definidas en los tratados con nuestros vecinos.

El reto de las futuras autoridades políticas es recuperar una narrativa firme respecto al desarrollo de fronteras vivas, dando un paso más sobre la prioridad que hoy tienen las regiones, consolidando mercados dinámicos que les den sostenibilidad. No podemos continuar promoviendo el abandono de autoridades locales fronterizas, a las que terminamos convirtiendo en extraños invitados a un “baile de los que sobran” en el cual todos deben participar. Lo propio debemos hacer con toda expresión informal que el discurso oficial prefiere negar, antes que incorporar en la narrativa oficial del país. He allí el reto de quienes nos gobiernen a futuro.

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