El boom de la geopolítica
Antes, pocos o nadie daba bola a la geopolítica (GEO). Hoy, prácticamente dominados por los conflictos, ningún hombre o mujer de Estado, podría exonerase de estudiarla. Mirando cada nueva sorpresa en el mundo, su conocimiento se ha vuelto una necesidad, llevando a que los políticos la conozcan para no quedar rezagados. Las universidades y otros centros de enseñanza superior, dentro y fuera del Perú, la han incorporado transversalmente en el pre y postgrado. La GEO no es geografía política, refiriéndose ésta, a la dimensión descriptiva de la cuestión orográfica, según el diseño político de cada país, y por eso aprendimos los departamentos del Perú, su provincia constitucional (Callao) y sus regiones (Costa, Sierra, Selva y el Mar de Grau). La GEO es la aprehensión y proyección del Estado desde el poder político, teniendo como base a la realidad geográfica. Mientras la geografía es estática –siempre estarán los Andes en todo Sudamérica–, la geopolítica es dinámica y va cambiando según la prospectiva del Estado y de sus impulsos desde el poder político. Así, Rusia anexó la península ucraniana de Crimea en 2014, y ahora busca hacer lo mismo con la región del Donbas. La geopolítica será notable para cada Estado por sus lideres políticos y de la manera cómo administren el poder. Los chinos han vuelto a la GEO su política nacional y su política exterior, materializándola por la denominada Franja y la Ruta. La GEO tiene su base en el territorio y sus recursos, que son claves para el empoderamiento de los propios Estados. Hay Estados pequeños que tienen una envidiable construcción geopolítica (Israel o El Vaticano) y otros que cuentan todo lo que cualquier país gravitante del planeta quisiera (Brasil o Perú). En definitiva, el tamaño o alcance de la cosmovisión geopolítica del Estado requiere de la decisión de sus actores políticos para hacerla realidad. Chile, consciente de su desventajoso tamaño geográfico planeó y ejecutó con éxito su expansión territorial. La GEO no es buena ni mala porque el poder no tiene moral y no digo que sea inmoral, si no, exclusivamente amoral, que es distinto, y allí está el ataque de EE.UU. a Irán. Existe la amenaza geopolítica fronteriza como pasa todo el tiempo entre India y China, los países con el mayor número de fuerzas armadas en el mundo, por el conflicto de Cachemira, y entre Tailandia y Camboya. También entre Estados distantes como Estados Unidos y China cuyo marco geopolítico más que territorial es por área de influencia, viéndose mutuamente como óbices para la proyección del otro. También está la desventura geopolítica. Pasa con Argelia, sin costas en el Atlántico, que codicia la inmejorable virtuosidad litoral de Marruecos, y por ello, desde hace 50 años ha venido conspirando infructuosamente, a través del Polisario, para cambiarla, torpedeando a la integridad territorial marroquí por su Sáhara. Existe la GEO de los bloques como pasa con la Unión Europea o la Alianza del Pacífico, es verdad que constitutivamente distintas, pero exitosas en su integración económica. Finalmente, la GEO no es solo para militares o diplomáticos, si no, para todos. El gobernante que la valora, será recordado como estadista.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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