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El caballo de Nietzsche

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Fecha Publicación: 27/12/2022 - 23:50
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Uno de los más grandes filósofos de la historia, Friederich Nietzche, murió completamente loco a los 54 años de edad. Pero no fueron los hombres o las ideas, quienes tuvieron el protagonismo de su vida en su hora dramática, sino un triste caballo de Turín al cual su dueño estaba castigando para que siguiera la marcha. Nietzche se percató de ello y acudió presuroso a la escena, recriminó al cochero, abrazó al caballo y rompió en un llanto incontenible que conmovió a todos los transeúntes. Lloró y lloró hasta que perdió el sentido en esa soleada mañana de 1889.Alguien le escucho decir cuando cayó al suelo: mamá, soy un tonto. El genial pensador había colapsado. Once años después moriría sin haber recuperado nunca la razón desde aquel fatal episodio.

Sabido es que Nietzche era sifilítico. El treponema pallidum se metió en su sangre tras el desvencijado amor de una prostituta. No se sometió a ningún tratamiento, por lo que la sífilis avanzó de su etapa primaria a la secundaria y de allí a la terciaria. Este último paso puede ser fulminante y suele estar precedido de una intensa y gran actividad cerebral como la que él tuvo y en la que escribió sus mejores obras. La mañana de Turín abrazado del caballo se acabó todo para él. La bacteria comenzó a devorar su cerebro que en horas y días ya no era ni la sombra de aquel que había producido las más celebres obras de la filosofía contemporánea.

Milan Kundera, el gran escritor de La Insoportable Levedad del Ser, que está vivo y tiene 93 años, ha sugerido que en ese abrazo y en sus palabras a su oído, Nietzche le quiso trasmitir al caballo su pesar por el castigo y le pidió perdón por lo que los hombres hacen a menudo con los indefensos. Él no era un animalista, sino que vio en el caballo a un ser sufriente cuyo dolor lo conmovió hasta los huesos y desencadenó su locura final.

Dijo que Dios había muerto y que sin la música la vida es un error. Dios murió, en efecto, para él y hasta la vida enloquecida de sus últimos años no le quitó la gracia de la música de Bach. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti, señaló, él, que se perdió sin remedio en el precipicio de su psique.

Raskolnikov, el asesino de Crimen y Castigo de Fédor Dostoiewsky, vio´a unos campesinos borrachos que apaleaban hasta la muerte a un caballo indefenso. Indignado y conmovido, se acercó hasta el caballo y lo besó. Friederich Wilhem Nietzche, el asesino de Dios, hizo lo mismo y se desarraigó del mundo. Su destrozada mente no dio más y cayó en el abismo insondable que él mismo había advertido a todos que no mirasen.

En el amor siempre hay algo de locura y en la locura siempre hay algo de razón, repitió. El amor de la meretriz contagiado por la bacteria de la muerte y la razón de sus solos de piano mientras decía toda clase incoherencias, son su prueba.