El cambio generacional
Cometen un error de interpretación los líderes del pensamiento conservador cuando califican el apabullante triunfo en primera vuelta del hoy presidente electo de Bolivia, Luis Arce (Movimiento al Socialismo), con un contundente 55.1% de votos, o el aplastante triunfo del Apruebo en el Plebiscito Nacional de Chile para redactar una nueva Constitución, con un 78.8% de votos, dando por derogada la Constitución de Pinochet tras 30 años de vigencia; como expresiones de una marea rosada que recorre el continente y transformaría nuestras sociedades en modelos comunistas al estilo Chávez en Venezuela.
Comenten un error porque se niegan a aceptar que estas expresiones son resultado de un cambio generacional en nuestros países, que ocurre en la historia cada 25 o 30 años, llevando un curso natural, donde una nueva generación desplaza a la vieja, obligándola a ocupar sus cuarteles de invierno. En el Perú ocurrió en 1990, cuando alcanzó la presidencia Alberto Fujimori. Hoy coincide con un nuevo proceso electoral.
Cometen un error porque se niegan a aceptar que el modelo de crecimiento económico hegemónico los últimos 30 años no da para más. Que sufre de agotamiento y no es capaz de ofrecer las mismas oportunidades para todos. Que no es inclusivo, ni social ni económicamente, y favorece a unos pocos que concentran la riqueza, dejando fuera del modelo a grupos de emprendedores que -con justa razón- exigen las mismas reglas de juego y un sistema de competencia que permita darle sostenibilidad a una moderna economía de mercado.
Cometen un error las élites empresariales y políticas, porque ignoran cómo administrar estos desplazamientos generacionales, como no supieron hacerlo las partidocracias que fueron derrotadas por el fujimorismo hace 30 años. No aprendieron nada, y tras recuperar el poder con la aparatosa caída del fujimontesinismo, apuestan nuevamente por defender un pensamiento conservador estático y excluyente, que no acepta nuevos líderes, acusándolos de inexpertos y débiles. ¡Por favor! No insulten nuestra inteligencia.
Esa debilidad mental que les impide comprender los procesos históricos a mediano y largo plazo será la que los condene a su muerte civil, si es que no dan un giro radical en su forma de procesar los cambios. Si deciden conducir en contra de la historia, esta los dejará fuera de la escena contemporánea. ¡Hagan sus apuestas!