El camino de Vizcarra
El expresidente Martín Vizcarra es un personaje singular: su cinismo, a prueba de balas, es único en el país y quizá en el mundo. Nada lo sorprende, no se inmuta ante nada ni muestra el menor remordimiento, sin importar lo que digan o cómo lo llamen. Para él, todo es normal. El problema siempre está en los demás, no en él. No se le mueve ni una ceja cuando lo tildan de corrupto, ladrón o asesino. Considera que se trata de ataques de enemigos o parte de un complot generalizado. En resumen, ha normalizado todo lo malo que se piensa de él, vaciando de sentido los valores éticos.
Este jueves, el juez Jorge Chávez Tamariz, de la Corte Superior Nacional, dictó cinco meses de prisión preventiva contra Vizcarra, acusado de recibir sobornos de constructoras durante su gestión como gobernador de Moquegua (2011–2014). El fiscal sostiene que habría recibido 2,3 millones de soles a cambio de adjudicar obras a los consorcios Obrainsa-Astaldi (proyecto Lomas de Ilo) e ICCGSA-Incot (Hospital Regional de Moquegua), por lo que pide 15 años de cárcel y nueve de inhabilitación.
Horas antes de ser internado en el penal de Barbadillo, Vizcarra se paseaba orondo por las calles, proclamando su inocencia, pese a las numerosas pruebas y testimonios en su contra. Rafael Vela, coordinador del Equipo Especial Lava Jato, calificó la evidencia como “abrumadora”, lo que podría derivar en una condena ejemplar.
La prisión preventiva responde al riesgo de fuga y posible obstaculización del proceso. Según la resolución judicial, se cumplen los requisitos de ley y existe un riesgo procesal elevado. Su libertad y constante desplazamiento hacían temer una fuga, como ha sucedido con otras figuras políticas, como Nadine Heredia.
La decisión del juez ha sido apelada por la defensa de Vizcarra. Sin embargo, la reacción pública fue mayoritariamente favorable. Analistas y expertos coinciden en que, de probarse su culpabilidad, debe ser sancionado con todo el peso de la ley. El presidente del Banco Central de Reserva, Julio Velarde, comentó que si bien la medida no afectaría mucho a la economía, “da una imagen de un país con problemas”.
El exconsejero regional Luis Caya Salazar celebró la decisión judicial, considerándola un acto de justicia frente a los latrocinios cometidos en Moquegua. Aseguró que Vizcarra “no saldrá en libertad, por lo menos, en 20 o 30 años”.
Pero este no es su único proceso. Vizcarra también está involucrado en el caso “Los Intocables de la Corrupción”, una presunta organización criminal que habría operado durante su mandato para apropiarse de fondos del Estado mediante contratos fraudulentos en Provías Descentralizado.
Además, enfrenta una denuncia fiscal por haberse vacunado irregularmente durante la pandemia. Alegó haber participado como voluntario, pero la exfiscal de la Nación, Patricia Benavides, lo denunció por concusión.
Vizcarra fue vacado por el Congreso, declarado moralmente incapacitado, y acumula inhabilitaciones por diez y cinco años. En junio, el Jurado Nacional de Elecciones confirmó su desafiliación del partido que fundó, Perú Primero, debido a dichas sanciones.
Hoy, Vizcarra debe reflexionar, al menos por un tiempo, entre las cuatro paredes del penal de Barbadillo.
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