El canto del cisne
Imitando aquellos viejos usos socialistas de Velasco Alvarado -que apellidaba Perú a todos sus latrocinios: Minero Perú, Pesca Perú, etc.- en forma improvisada y a la hora undécima (tras hacerse del Poder Ejecutivo gracias al voto legislativo del fujimorismo que lo aupó a la presidencia, mientras lo único que ha conseguido es incordiar, atacar, perseguir a la oposición, así como politizar la Justicia y la judicializar la política durante 28 meses de martirio al que ha sometido al país), ahora Vizcarra propone un pacto político apellidado Perú, tendiéndole la mano a sus difamados oponentes a manera de tregua de última hora, intentando librarse de la severa acusación constitucional que le espera. Con sus clásicas mecidas, Vizcarra continúa menospreciando, ofendiendo a la oposición. Obviamente Vizcarra cree que todos son tan sumisos e indecorosos como él, quien está sometido al chantaje de la progresía marxista para mantenerse en la presidencia a expensas de arruinar al país. Pues sorpréndase, señor Vizcarra. Porque, a pesar de sus prepotencias, aún queda gente en la política peruana que privilegia la dignidad, antes que simpatizar con el todopoderoso. Por cierto, usted debería asimilar que todo poder es efímero. Con mayor razón cuando éste se ejerce envilecidamente, como a diario viene usted ejereciéndolo.
Pero ahí no termina el despotismo de Vizcarra. Ocurre que, en su delirio golpista, cree que el Estado es él. Y bajo la característica embriaguez del todopoderoso, considera que el pacto que propone debería “construir un conjunto de acuerdos mínimos para un debate necesario de cara a las próximas elecciones”, tomando como eje lo concertado en el Consejo de Estado. Un momento, mandatario Vizcarra. El Consejo de Estado fue un mero salvavidas ideado por el ex congresista Flores-Aráoz para evitar el inminente impeachment que aguardaba a Toledo. Por cierto, no está incluido en la Constitución; ni tampoco regulado por ley alguna. Inclusive, inicialmente estuvo conformado sólo por los presidentes de los tres poderes del Estado. Pero poco a poco han ido integrándose participantes de menor rango. Como el fiscal de la Nación, el Defensor del Pueblo y el Contralor General. Faltaría sólo que asistieran los ministros para que pase a llamarse el Concilio de los Tontos. No, señor Vizcarra. ¡El Consejo de Estado no es un apéndice de palacio de gobierno! No siga usted denigrando a la Carta, ni coaccionando a las fuerzas políticas; aunque lo exija su genética golpista.
Si las agrupaciones políticas -a las cuales usted, como presidente, ha calumniado durante dos años y cuatro meses- aceptasen su canto del cisne, entonces no debería anteponerles determinados pactos amicales -por cierto todos oficiosos- concebidos por una organización ficticia y espuria como este Consejo de Estado. ¡Por más nombre pomposo que lleve! En todo caso, promueva que quienes asistan al Pacto propuesto –si lo hacen- planteen y debatan las iniciativas que estimen oportunas. El Perú todavía sigue siendo un Estado de Derecho sometido a las reglas de la Democracia, donde imperan los poderes Legislativo y Ejecutivo sujetos al arbitraje del Poder Judicial y al tutelaje del Tribunal Constitucional.