El cartel de la prensa peruana
El “Club de la Prensa Peruana” lo encabeza El Comercio y lo conforman La República, los canales 2, 4, 5, 8, 9, 10, 11, alguno que otro medio más, el Consejo de la Prensa e Ipys. Este trust de poder político está abocado a comercializar tanto su línea editorial como informativa, a cambio de recibir favores del gobierno de turno. Como escribimos en días pasados, el poder en nuestro país lo detentan ciertos medios, que abusan de su posición de dominio para chantajear al gobierno cada vez que quieren tener algún beneficio de papá Estado. ¿Cómo? Exasperan a la opinión pública con informaciones generalmente distorsionadas, que insinúan que el gobernante está ligado a casos de corrupción. La práctica ha venido tomando aún más cuerpo gracias a tanto mequetrefe que se cree iluminado -como Toledo, Humala, PPK, Vizcarra- rendido ante el “Club de la Prensa” para quedarse en el poder a cambio de trasegarles millones a unos medios, envueltos bajo el eufemismo publicidad estatal. O asimismo, otorgándole millonarios –sobrevaluados- contratos a la otra banda gangsteril conocida como “Club de Imprentas para los Textos Escolares” -que entre otros integra El Comercio- para que imprima los libros escolares del siempre corrompido Ministerio de Educación.
El cartel mediático, también conocido como “La Gran Prensa Peruana”, trafica con la opinión pública usándola como arma chantajista contra el gobernante del momento, haciéndole creer al inquilino de Palacio que la presión popular reclama que su gestión adopte determinada medida. Pero, en estricta verdad, se trata de una extorsión pura y grosera para obligar al Ejecutivo a doblegarse frente a los caprichos de este mafioso cartel mediático. Lo que ocurre, estimado lector, es que la prensa llega a ser “el más vil de los oficios” cuando se usa para obtener prebendas a cambio de informar algo que incomode al mandatario. O incluso dejar de informar cuando éste lo solicite, para resolver algo a favor de aquel medio de comunicación dedicado a la prostitución del digno oficio periodístico.
El acucioso analista Jorge Morelli escribía ayer sobre una estrecha relación -existente desde hace ya décadas- entre el “Club de la Construcción” y la presión política “de la mano de un periódico y de canales de televisión”. “Es enorme el poder de los medios sobre el gobierno cuando de conseguir algún contrato de obra pública se trata”, señala Morelli. Y concluye en que esta depravación ha alcanzado ribetes muy delicados, precisando que el mayor de todos estos grupos hoy se halla en la picota.
Hablamos pues de una mafia mediática que se ha apoderado del espectro periodístico nacional, apelando a extorsionar a quienes necesite doblegar con tal de conseguir sus caprichos. Incluso a expensas de desacreditar criminalmente a sus víctimas, haciendo que las persigan fiscales convertidos en aliados incondicionales de este hamponesco cartel mediático. Además, lo que comprobamos en el país es un siniestro monopolio de la comunicación. Solamente el grupo El Comercio es propietario de ocho medios. Con semejante poder de chantaje, las cosas acá continuarán yendo de mal en peor.