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El cementerio de Darwin

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Fecha Publicación: 17/12/2024 - 22:30
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“Están en su patria” respondió un familiar cuando el gobierno inglés ofreció llevar al continente los restos de los soldados argentinos muertos en la guerra de Las Malvinas. Están en su patria y se quedarán para siempre allí en el cementerio de Darwin, en la isla Soledad, a 88 kilómetros del puerto Argentino/Stanley con el cual se enlaza a través de un camino de ripio.
En su Milonga del Muerto, dedicada a los soldados argentinos caídos en esa guerra, Jorge Luis Borges escribió: “Lo he soñado mar afuera/ en unas islas glaciales./ Que nos digan lo demás/ la tumba y los hospitales./ Una de tantas provincias/ del interior fue su tierra./ (No conviene que se sepa/ que muere gente en la guerra).”
Las cruces blancas con un nombre grabado recuerdan a los muertos. Vinieron de muchas partes, silenciosos, anónimos. Casi ni conocían el arte de la vida y ésta los enfrentaba al arte de la guerra. Borges dice en su milonga: “Lo sacaron del cuartel,/ le pusieron en las manos/ las armas y lo mandaron/ a morir con sus hermanos./ Se obró con suma prudencia,/ se habló de un modo prolijo./ Les entregaron a un tiempo/ el rifle y el crucifijo./ Oyó las vanas arengas/ de los vanos generales./ Vio lo que nunca había visto,/ la sangre en los arenales.”
Ningún hombre sabe cómo se comportará ante la muerte. Sólo que todas sus pequeñas y grandes batallas, son el preludio de aquella final, que librará en el mágico silencio de la agonía. En ese momento supremo, como en los sueños y las pesadillas, hará preguntas, su Dios quiera, con el valor de aceptarlas con todo su cuerpo y toda su alma a punto de yacer y perpetuarse,
Borges habla del soldado que arremete o se planta en la ubicua trinchera: “Oyó vivas y oyó mueras,/ oyó el clamor de la gente./ Él sólo quería saber/ si era o si no era valiente./ Lo supo en aquel momento/ en que le entraba la herida./ Se dijo: No tuve miedo/ Cuando lo dejó la vida.”
En el cementerio de las cruces blancas de Darwin, en uno de los confines del mundo, muchos hombres yacen derrotados. No importa. Como dice Borges: “Su muerte fue una secreta/ victoria. Nadie se asombre/ de que me dé envidia y pena/ el destino de aquel hombre.”
El lunes 14 de junio Argentina de 1982, Argentina se rindió formalmente. Murieron 649 soldados argentinos. Tras el conflicto y a lo largo de estos años, decenas de sobrevivientes de aquella guerra se suicidaron.
Jorge.alania@gmail.com

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