El conspirador o el misterioso señor Bogardus
La novela realista en el Perú, tuvo hacia la segunda mitad del siglo XIX entre sus principales autores a la célebre escritora moqueguana Mercedes Cabello y Llosa más conocida como Mercedes Cabello de Carbonera. Doña Mercedes; con quien me une el mismo tronco familiar a través del arequipeño Joseph Nicolas de la Llosa y Bracamonte (n.1705), maestre de campo (coronel) de su Majestad Católica e hijo del hidalgo vizcaíno y también maestre de campo y alcalde de Arequipa, don Juan de la Llosa y Llaguno; fue una autora, a decir de Rubén Vargas Ugarte, adelantada a su época, ya que nuestro medio por aquel entonces no estaba preparado para los senderos por donde transcurrían sus letras. En una de sus obras, titulada El conspirador, autobiografía de un hombre público (1892), doña Mercedes hace una crítica feroz contra el político caudillista desde un enfoque realista. Aunque se tiende a considerar a Nicolás de Piérola como la inspiración de la escritora en esa novela, tal vez doña Mercedes pudo crear a Jorge Bello, el personaje central, basándose en Guillermo Bogardus Miriales, conspirador avezado y misterioso como lo llama Guillermo Thorndike quien lo cita en su monumental saga sobre la vida del Gran Almirante Grau.
Personaje de novela, Bogardus se hace conocido en el año 1866 tras hacer una denuncia pública contra los consignatarios de guano que operan en el Reino Unido en asociación con la compañía Thompson Bonar y ca. involucrando principalmente a Manuel Pardo y Lavalle, más tarde presidente del Perú. Don Guillermo, nacido en Lima en 1832, fue hijo de Nataniel Bogardus un empresario cirquero norteamericano que presentaba sus funciones entre Valparaíso y Lima. Es muy probable que, siendo niño, Bogardus haya tomado parte del espectáculo de su padre, donde debió aprender trucos y artimañas que más tarde, en 1872, le ayudarían a concebir un novedoso atentado –para la época– contra el presidente Manuel Pardo. Este personaje fabricó un artefacto que llegó a conocerse en la opinión pública como “la maquina infernal de Bogardus”. El artefacto ocultaba un explosivo que debía ser introducido en el tren inglés de Lima-Chorrillos para acabar con la vida de su mortal enemigo. La delación evitó el magnicidio. Un interesantísimo caso de intrigas y de espionaje protagonizado entre otros, por el ya citado Bogardus y por Dolores Valiente de Valentín una dama que actuó de doble agente, reclutada por el gobierno civilista para desbaratar la operación de la que se tenían indicios. Doña Dolores debió haber sido una bella y suspicaz dama que logró su cometido, poniendo en autos al Canciller Riva Agüero de la intentona de Bogardus. El frustrado magnicida terminó en la cárcel, pero al poco tiempo huyó del país hacia Europa, para luego volver en una nueva aventura conspirativa.
En 1874, secundando a Piérola, Bogardus llega a Valparaíso luego de haber comprado en Reino Unido un buque de transporte que fue bautizado como Talismán. El buque fue cargado con gran cantidad de armamento y munición para hacer la revolución en el Perú. Ya en aguas nacionales, Piérola, desde a bordo, se proclama Jefe Supremo. Sin embargo, su nueva aventura fracasa pronto, gracias a la audaz maniobra del Huáscar comandado por el Capitán de Navío Miguel Grau que captura el trasporte, mas no a Piérola quien escapa del país por Bolivia. De ahí el cariño muy espacial que le tuvo don Nicolás al hijo más querido de la Patria.
La década de 1870 fue una época convulsa en la que ocurrieron sucesos muy violentos como el asesinato de los coroneles Herencia-Zevallos y Gamio, el secuestro del monitor Huáscar por pierolistas en 1877, en el que es muy probable que haya participado también Bogardus, así como el asesinato de expresidente Pardo en 1878 a manos de un sargento que hacía guardia en el Senado de la República que se ubicaba donde hoy es el Museo de la Inquisición –en un inicio se involucró a la esposa de Piérola– para concluir en la tragedia del 79.
En esos años don Nicolás, el gran caudillo del siglo XIX, jugó el rol protagónico en la política peruana, alternando su tiempo entre conspiraciones y sus desinhibidos amoríos con la bella francés Marie Christine Le Blanc, esposa del famoso fotógrafo Pedro Garreaud, como bien narra Hugo Garavito Amezaga en su novela La última batalla del Califa (Lluvia Editores, 2005).
En aquellas audaces y subversivas aventuras de don Nicolas, el señor Bogardus el conspirador, fue su principal alfil. Desde hace varios años vengo haciéndole pesquisas al personaje, a lo Hercule Poirot. Sin embargo, don Guillermo no se deja rastrear tan fácilmente. A pesar de ello pronto descubriremos todos -o casi todos- sus misterios.
Por Juan Carlos Llosa Pazos
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