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El delirium tremens de Torres

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Fecha Publicación: 11/11/2022 - 23:40
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El aumento de los congresistas que vienen retirando su apoyo a favor del Gobierno ha motivado el bombazo de la cuestión de confianza de esta semana. Este atentado del Ejecutivo buscó generar daños políticos y reputacionales contra el Congreso planteando una trampa inconstitucional e improcedente. El miércoles pasado, Williams desactivó esta bomba, suspendió el Pleno del jueves 10 debido a una alerta de la Región Policial de protestas radicales y defendió su fuero indicando a Torres que la cuestión de confianza es una facultad exclusiva y excluyente del Congreso. Dejó notar su destreza táctica-defensiva contra los filosenderistas del gabinete y mostró cabeza fría que esperamos pronto se convierta en una contraofensiva.
Un gobierno infestado de radicales, antiinversión y vinculados al Movadef, intenta amedrentar al Congreso porque siente la abstinencia de sus miembros al juego corrupto habitual. La pérdida de respaldo es una complicación que se manifiesta en exaltaciones o paroxismos de mentiras que sólo ellos pueden creer. Esto es un síntoma de delirium tremens político que los hace caer en el absurdo y la confrontación constante, como si fuera un paliativo a la pérdida de poder. Lo importante es que sus alucinaciones de un golpe en su contra hagan surgir emociones incómodas en sus opositores para evitar así una muerte política cercana.
En ocasiones pasadas, Aníbal Torres acusó, sin tolerancia a la prensa y a Lima, de ser la ultraderecha que desinforma, tildó al cardenal Barreto de “miserable”, tomó a Hitler de referencia en sus Consejos de Ministros Descentralizados, y muchos otros ejemplos que lo hacen incapaz de lograr una política pacífica.
Si la cuestión de confianza procedía o no, era lo que menos le importaba al Gobierno. Un día antes la ministra del Cultura, Betssy Chávez, dijo: “El objetivo no es cerrar el Parlamento, pese a que hemos ido a diferentes partes del país y hay un pedido de la ciudadanía”. El 10 de noviembre había sido imaginado para que el gabinete sustente la cuestión de confianza en el Congreso y, de forma sincronizada, se escuchen los delirantes gritos de violentistas que piden el cierre del Congreso en una marcha del “pueblo”. Nada de esto sucedió. Más bien, la marcha, llamada “La toma de Lima”, fue débil, sin un línea clara sobre lo que buscaban y será recordada por su agresión a la prensa.
Muchos creyeron que Torres jugaba un ajedrez sofisticado que prepararía la entrada de la OEA al país y, de esta forma, proyectar el avant premiere del golpe de Estado en su contra. También, se pensó que nos quiso empañar los sentidos con una cortina de humo para olvidar sus frases misóginas contra la periodista Sol Carreño. Como anécdota absurda, vemos cuatro ministras que viven en el supuesto infierno de tener un jefe que descalifica a la mujeres y, de este grupo, Dina Boluarde declaró: “Hemos avanzado bastante en la conquista de nuestros derechos… Mi solidaridad con la persona (Sol Carreño). Voy a conversar con el premier. Voy a buscarlo y preguntarle en qué contexto fue su declaración”(tictac).
El delirante Aníbal Torres solo pudo lograr que la Comisión de Constitución de Congreso ponga en su agenda la evaluación de su proyecto de cuestión de confianza. Torres seguirá delirando por su abstinencia al juego corrupto con los niños del Congreso. Se verá cada vez más frenético buscando nuevos ‘niños’ en reuniones con las autoridades electas de las regiones y municipios que asumirán el 2023.
Si los empresarios del CADE quieren verse como “Peruanos en acción”, pueden atender mejor las necesidades de las regiones y municipios para frenar los avances de la delirante descentralización que sólo busca futuros aliados antiinversión para el Gobierno. Como decía Calderón de la Barca, “Afortunado es el hombre que tiene tiempo para esperar”. Hace mucho tiempo no gozamos de ese privilegio.

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