El día después de APEC
¡Y volvimos a la normalidad! Al caos del tráfico y a la política del caos, a la política judicializada y a la justicia politizada, a los anuncios de bonanza económica y estabilidad macroeconómica, y a la dura realidad de una economía que no genera empleos de calidad en medio de una cada vez más deteriorada institucionalidad. Fenómenos paralelos, hermanos gemelos donde reinan impunes la improvisación, la corrupción, la informalidad y la indolencia de la clase política frente a los intereses ciudadanos.
Así, lentamente, en el Perú seguimos dando tumbos entre la realidad y la fantasía. Con un poder Ejecutivo liderado por una presidenta con popularidad equivalente al margen de error estadístico, incapaz de ejecutar siquiera un evento como APEC sin tener que recurrir a paralizar al país entero, mientras que en distintas partes del territorio se empiezan a dar enfrentamientos ante la falta del más vital de los elementos: el agua.
Con una policía y un sistema de justicia hechos trizas por la enorme y justificada desconfianza ciudadana con relación a su capacidad para enfrentar la criminalidad. Y es que, desafortunadamente, policías, fiscales y jueces son vistos como ineficaces, movidos por intereses económicos o políticos corruptos. Y para completar el cuadro del Perú pre y post APEC, un poder Legislativo enfrascado en reformas constitucionales a granel, al gusto y designio de los partidos representados en el Congreso de la República, sin un entendimiento claro de las prioridades ciudadanas: seguridad, agua y desagüe, empleos.
Pero antes de que termine el año, tendremos una oportunidad de palpar los verdaderos intereses del poder Legislativo y del poder Ejecutivo, cuando se tenga que votar la aprobación del Presupuesto General de la República y la Ley de Endeudamiento para el año fiscal 2025. Allí, entre los detalles, hallaremos la madre del cordero.
Sabido es que el Presupuesto General de la República constituye la materialización de las prioridades del gobierno. Allí terminan los discursos grandilocuentes y comienzan los datos duros. Un tema clave será el total de recursos que se dirijan a resolver la crisis nacional de salud, a paliar la grave crisis por la falta de servicios básicos de agua, electricidad, el presupuesto de educación, de seguridad interior, etcétera, frente a las demandas de aquellos sectores que tienen la capacidad de ejercer presión para lograr sus objetivos presupuestales, tales como los relacionados con la gran infraestructura (transporte y comunicaciones, vivienda, Congreso, sector defensa).
En teoría, el campo de batalla para la discusión presupuestal es el Congreso de la República, pero la realidad es un tanto diferente. El “debate” no se da en el pleno, frente a cámaras, sino en las oficinas congresales, en las comisiones y en los locales partidarios de Fuerza Popular, APP, Somos Perú, Podemos, Perú Libre, etcétera, etcétera, etcétera. Allí es donde realmente se cocina el presupuesto. El resto es anécdota.
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