El discurso de “izquierda” es una estafa

Por Ángela Ccanto Buendía

“Somos campechanos, de la chacra, más serranos que la papa y por eso nos discriminan”, dijo Pedro Castillo, frente a un gran grupo de apurimeños que salieron de dicha presentación con la certeza que el papel del campesino pobre y “discriminado” que juega el presidente ya está desgastado e incluso llega a lo ridículo.

Apurímac es la segunda región con mayor cantidad de conflictos sociales, iniciando con Las Bambas. No van resolver esos conflictos con discursos de discriminación y políticos honrados salidos de la chacra. Tuvimos suficiente con Alejandro Toledo vestido de Inca.

Lo más importante para millones de padres peruanos de bajos recursos, en un mundo que no solo ha cambiado, además ha mutado decididamente a dejar fuera de la dinámica social y económica del sistema a muchas personas con menos probabilidades de acceder al conocimiento y especialización. Es decir, los padres buscan que sus hijos sean una parte importante de la dinámica social, para lograr ello se necesita algo llamado: estudios.

Los peruanos están buscando no solo sobrevivir en estos momentos de crisis mundial, sino también tener un lugar en esta nueva sociedad más competitiva que antes, y el desgastado y continuo cliché de la “discriminación”, no es parte ni de sus intereses ni de su estrategia. Esa es la lógica humana; avanzar, crecer, moverse y lograr.

Ahora bien, ¿qué símbolo creas en ese peruano, padre e hijo, que hacen diversos esfuerzos para lograr la graduación universitaria, tener un presidente que ha plagiado el 54% de su tesis de maestría? Una maestría que realizó en una universidad que tuvo que cerrar cinco filiales y desistir de 39 programas de estudio: 9 de pregrado, 21 maestrías, 2 doctorados y 7 segundas especialidades que ofrecían cualquier cosa menos calidad.

Tenemos a un presidente que nos ha estafado, hemos permitido que nos estafen. Para mantener la distracción de los peruanos pasan de la castración química a consejos de ministros “descentralizados”, donde el señor Aníbal Torres llega con varias horas de tardanza y se va por la puerta trasera al no soportar los reclamos de los apurimeños.

Ese significativo acto, señor Aníbal Torres, demuestra el desprecio que siente usted por ese Perú profundo.

El discurso de izquierda hipócrita e ineficiente tiene fecha de caducidad. Sus “estrategias” para la victimización en cada región terminarán por hundir en el averno y fracaso todo intento por parecer un gobierno con resultados. Nadie sigue y apoya a la mediocridad, a la ociosidad y a aquellos que dicen ser lo que, evidentemente, no son.

Pero las distintas derechas aún no se han percatado que el ataque es al discurso, pero un ataque inmediato. Las marchas de Rafael López Aliaga no sirven, los símbolos, sí.

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