El discurso del Canciller

El discurso pronunciado por el canciller Héctor Béjar anuncia que el régimen del profesor Castillo está dando los primeros pasos para alinear nuestra diplomacia al bloque del Socialismo del Siglo XXI, integrado por Cuba, Nicaragua, Bolivia y Venezuela; países regidos por gobiernos autoritarios que sistemáticamente escarnecen los principios democráticos y violan los derechos humanos.
Recordemos que el programa inicial de Perú Libre (PL) contiene referencias laudatorias a dirigentes de ese grupo, entre otros a Hugo Chávez, Maduro, Fidel Castro, Ortega y Evo Morales.
En ese plan, en efecto, sostienen que “revisarán, regularán o anularán” la Alianza del Pacifico, formidable sistema de integración suscrito con Colombia, México y Chile; la Asociación Transpacífico, que nos vincula con acuerdos de libre comercio con doce naciones, entre otras Estados Unidos, Brunei, Japón, Malasia, Vietnam, Canadá y Australia; y, además, las mismas medidas adoptarán con los TLC firmados con 65 países que albergan una población de 2700 millones de personas, con el sectario argumento que esos tratados nos han convertido en “colonia comercial” de intereses norteamericanos.
En esa línea, PL acusa a Washington de imponer una “dependencia tecnológica digital”, por la cual “nuestros jóvenes talentosos son víctimas del robo cerebral, pues el desarrollo de esta ciencia en nuestro país es parametrado y cuando necesitan superarse no les queda otro camino que emigrar, quedándose al servicio de los países opresores”. Y, más adelante, se oponen que enviemos tropas para participar en las misiones de paz de la ONU porque “los soldados tercermundistas son utilizados para mantener el dominio imperialista”.
Asimismo, el programa del PL cuestiona a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, calificándola como “Ministerio de Haciendas de América Latina” y denosta a los centros de arbitraje internacional de la ONU y del Banco Mundial, porque –dicen– son “centros de control jurídico comercial” de las naciones que “se enriquecen con cada causa vista fallando a favor de quienes logran corromperlos”.
En un artículo publicado en junio en el diario Expreso advertimos que la pretensión de PL era desplazar nuestra diplomacia hacia Unasur y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), organismos que el canciller Béjar se ha comprometido a reactivar. Unasur, constituido el 2018, estuvo integrado por doce países, pero ocho de ellos –Chile, Perú, Argentina, Colombia, Ecuador, Brasil, Paraguay y Uruguay– se retiraron ante la evidencia de que estaba siendo manipulado por el chavismo. Y, en relación a CELAC, creado el 2010 y constituida por 33 países, no ha funcionado como organización, sino como un foro de muy bajo perfil porque se percibe que su objetivo es reemplazar a la OEA como entidad hemisférica.
El canciller, por otro lado, se compromete luchar contra “la tortura, las desapariciones, los sicariatos y asesinatos”, y respetar los derechos humanos, como una visión ética de las relaciones internacionales, pero no dice una palabra sobre las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, cuyos gobiernos han degradado precisamente los principios que dice defender y no ha reclamado por la libertad de centenares de presos políticos y la realización de elecciones supervisadas por la comunidad internacional.
Béjar ha marcado –por ahora– la línea política de la Cancillería en su discurso inaugural, que culminó leyendo un poema del guerrillero Javier Heraud, de quien dijo que “ingresa a la historia oficial de la patria, espero para quedarse”, ante el sorprendente aplauso de ex cancilleres y embajadores presentes. Sobre este giro en nuestra diplomacia, sería oportuno escuchar la opinión de quienes han sido formados en la escuela de Torre Tagle y que tienen como referentes diplomáticos a personajes como Pérez de Cuéllar, V. A. Belaunde, García Bedoya, Alberto Ulloa, Alfonso Arias Schereiber, Juan Miguel Bakula y Enrique García Sayán, entre otros, a quienes debemos rendir tributo en este bicentenario.

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