El drama de la partidocracia: la negación de la realidad
El drama de las 28 agrupaciones inscritas y las 19 que esperan su inscripción es superar la falta de comprensión que se tiene de la nueva realidad social peruana. El principal obstáculo es la negación de la nueva normalidad política y económica que hoy gobierna el territorio nacional, la cual no deja de existir porque la nieguen líderes políticos, empresariales, tecnocráticos e ideológicos. La realidad social existe, más allá de quienes no quieran aceptarla como tal.
El primer paso es aceptar, de una vez por todas, que los poderes regionales definirán la futura contienda electoral. No será Lima ni la Costa Norte, sino el Sur, Centro y Oriente del país quienes tendrán en sus manos la decisión final. Haber probado el control del gobierno central les da legitimidad para disputar en igualdad de condiciones el proceso electoral que se avecina. El desborde regional –del que hablamos hace ya más tres años– viene agudizando una crisis de Estado que cambió la configuración de nuestra sociedad, le guste o no a los viejos poderes fácticos, los cuales serán arrasados por esta nueva ola avasalladora, si no se adaptan a la nueva normalidad social.
El segundo paso es aceptar el natural cambio generacional que vive el país en este momento de su historia. Hoy será un líder que tenga entre 45 y 55 años quien mejor represente el “aspiracional” de los jóvenes que buscan respuestas y soluciones a sus expectativas de vida en la sociedad peruana. Si fuese alguien de mayor edad, tendrá que representar a esa generación y no a la que se resiste a la jubilación.
El tercer paso es aceptar la hegemonía de la informalidad e ilegalidad como formas conductuales de la dinámica económica, política y social del país, convertidas en una nueva formalidad que terminará excluyendo de la interacción social a la vieja formalidad, que no supo incluir a la mayoría de los peruanos, que hoy se sienten cómodamente representados en los líderes que actualmente gobiernan el Congreso y el Ejecutivo.
Estas tres “tragedias” que para la partidocracia tradicional configuran un escenario fantasmal y catastrófico, serán el talón de Aquiles de su participación electoral en el proceso que se avecina. Al no comprenderlo, ni reconocer al otro, que es mayoría en el país, las viejas élites limeñas podrían terminar convirtiéndose en los próximos excluidos del sistema, por las buenas o por las malas.
El sentido común y la inteligencia nos dicen que acompañen el proceso con asistencia técnica, negociando alianzas duraderas que den sostenibilidad al modelo de desarrollo, pero con ajustes importantes que deben darse, evitando así que la nueva normalidad los pase por encima y los termine aniquilando de un solo zarpazo.
¿Lograrán estas viejas partidocracias comprender la nueva realidad social? ¿Entenderán que lo que para ellos son “tragedias” significan “oportunidades” para otros? ¿Aprehenderán a adaptarse al cambio? ¿Evolucionarán socialmente? Las democracias liberales se defienden con gestiones eficientes, evitando caer en la tentación de los discursos autoritarios y las soluciones violentistas. Las nuevas propuestas políticas ya tienen claro el nuevo escenario. ¡Advertidos estamos!
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.