El egoísmo inverso: el dar y no recibir
En las relaciones humanas, especialmente en las de pareja, el equilibrio es la base de todo. Sin embargo, muchas veces caemos en dinámicas desiguales, donde uno da sin medida y el otro solo recibe. Este fenómeno, que llamo egoísmo inverso, puede parecer a simple vista un acto de generosidad, pero esconde una realidad más profunda: una dependencia emocional que nos lleva a entregar todo, incluso a costa de nuestra felicidad y bienestar.
Las personas que viven bajo el egoísmo inverso se acostumbran, casi sin darse cuenta, a dar de manera incondicional. A ojos cerrados, se entregan completamente, pensando que su amor y dedicación bastarán para sostener la relación. Pero en este proceso olvidan algo esencial: la vida y el amor son recíprocos. Dar sin recibir no es sostenible. Es como intentar llenar un vaso que tiene un agujero en el fondo; tarde o temprano, uno se queda vacío.
Esta dependencia emocional puede ser un reflejo de nuestra necesidad de ser aceptados, queridos o valorados. Nos cegamos al desequilibrio porque creemos que el acto de dar nos define como buenos y dignos. Sin embargo, al permitir este tipo de dinámica, no solo nos hacemos daño, sino que también perpetuamos el comportamiento egoísta en la otra persona. ¿Cómo aprenderá a valorar y a dar, si nunca se le pide que lo haga?
Es en estos momentos de desequilibrio donde debemos detenernos y reflexionar. Todo lo que nos sucede, incluso el dolor que sentimos al darnos cuenta de que hemos dado más de lo que hemos recibido, es una oportunidad para aprender y crecer. Estos desafíos no son una condena; son lecciones que nos permiten brillar como diamantes en bruto. El proceso de pulir un diamante es duro, pero el resultado es una joya invaluable. De la misma manera, superar estas situaciones puede ayudarnos a fortalecer nuestro amor propio y a establecer relaciones más saludables.
El egoísmo inverso nos invita a tomar conciencia de nuestro valor. No somos una mochila llena de piedras que debemos cargar durante toda nuestra vida. Somos seres capaces de transformar nuestras experiencias en aprendizaje y nuestras heridas en cicatrices que cuentan historias de superación. Establecer límites no nos hace egoístas; nos hace respetuosos con nosotros mismos y con los demás.
En las relaciones de pareja, el dar es importante, pero también lo es el recibir. La reciprocidad es el motor que mantiene viva la conexión. Si te encuentras atrapado en esta dinámica de dar y no recibir, pregúntate: ¿qué me está enseñando esta experiencia? ¿Cómo puedo usar esta situación para crecer y ser más consciente de lo que merezco?
No te conformes con menos de lo que vales. Aprende a ser generoso contigo mismo y recuerda que el amor propio es el primer paso para construir relaciones equilibradas y auténticas. Llamado a la acción: Si esta reflexión resonó contigo, te invito a explorar cómo el mindfulness puede ayudarte a recuperar el equilibrio en tus relaciones y en tu vida. Visita mi columna en LinkedIn y descubre programas diseñados para fortalecer tu bienestar emocional. ¡Atrévete a brillar!
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