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El enigma de la “Integridad”

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Fecha Publicación: 04/02/2019 - 22:00
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Uno de los enormes retos que tiene el país (y esto no es un asunto que competa únicamente a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial) es diseñar un plan nacional que erradique la “mentira y el cinismo” instalados en nuestra sociedad e institucionalizados en instituciones públicas y privadas.

Las últimas normas y leyes aprobadas que luchan contra estos flagelos han puesto bien la puntería en el aparato corporativo público y privado, poniendo hoy en jaque a gerentes y funcionarios que son tentados por el pecado original de coimear o favorecer a intereses particulares.

El modelo de control concurrente propuesto por la Contraloría General de la República para anticipar la corrupción en la Reconstrucción del Norte, por ejemplo, es un buen indicador de cómo podemos prevenir el delito público, dejando de ser sus forenses.

Pero es un secreto a voces que las normas no bastan, si con el tiempo se convierten en letra muerta o en impunidad para aquellos que siguen libres, a pesar de que se comprueban los delitos de sus causas.

Mientras se da esta batalla en el entramado de instituciones y corporaciones, hay otra batalla que debemos dar en simultáneo a nivel de la sociedad civil. Son la familia, el barrio y la escuela los tres ámbitos fundamentales donde la principal erradicación de estos males debe darse. Es en estos ámbitos donde se enseña y se practica la transparencia y la integridad. No después de los 18 años, cuando ya no podemos hacer nada para evitarlo.

¿Qué estamos haciendo? Si seguimos mintiéndonos en casa, entre amigos y entre compañeros del colegio, difícilmente podremos hacer algo para cambiar este chip, y estaremos condenados a sufrir este mal, cual herencia colonial que reproducimos a lo largo de generaciones.

No sería mala idea que el Ministerio de Cultura lidere una iniciativa país para intervenir las venas abiertas de nuestra mismísima sociedad, e invada con astucia e inteligencia ese imaginario colectivo que se encuentra sometido a los grupos dominantes que han instalado la “mentira” y el “cinismo” como principios activos de interacción social.

Gobierno, Congreso, jueces, Academia, padres de familia, jóvenes, entre otros grupos de interés, tienen que ponerle foco a este asunto cuanto antes. De otro modo, cada 25 o 30 años seremos testigos silenciosos de una nueva purga anticorrupción. Pero no porque la Integridad haya ganado la batalla, sino porque una nueva banda de corruptos desplazó a la otra. ¡Hagamos algo ya!