El enigma del limpiaparabrisas
Acierta el alcalde Carlos Bruce al poner en agenda pública la problemática del limpiaparabrisas ambulante e ilegal que toma por asalto la calle y quiere obligarnos con prepotencia a darle trabajo.
Haciendo gala de un olfato político que no ha perdido, aprovecha el asesinato que un ciudadano venezolano, José Alberto Jirón Holder, perpetró este 5 de abril contra el ciudadano peruano Marco Carlo Núñez, de apenas 30 años, conductor que llevaba una encomienda por semana santa en Cercado de Lima, y quien al negarse limpien su parabrisas, fue víctima del homicida que lo vio vulnerable al salir del auto y lo mató clavándole unas tijeras frente a su familia.
Las multas que imponen sobre conductores y limpiadores de autos en la vía pública, tanto Surco como distritos que lo secundan, incluido el alcalde de Lima Metropolitana, no bastan para dar solución a una problemática sociológica mucho más compleja de la que imaginan los populares T-Chito Bruce y Porky López Aliaga.
Un primer asunto para considerar es que esta actividad ilegal es una estrategia de sobrevivencia. No la realizan pequeños ni medianos empresarios, sino personas que no fueron asimilados al mercado formal o informal. Por ello no les queda otra cosa que limpiar parabrisas, vender caramelos u otros productos, sin respetar las reglas de juego de la formalidad. Sacarlos de Surco no resuelve el problema. Simplemente es no querer ver el problema. La negación de la realidad, por cierto, no es una forma seria de gobernar. De Surco pasarán a Miraflores o Surquillo y luego serán expulsados de otros distritos, pero mantendrán su condición de desempleo y sobrevivencia.
Un segundo asunto es que, para resolver el problema del comercio ilegal y ambulatorio en un territorio como Lima Metropolitana, se requiere una estrategia integral. No puede atacarse con medidas parciales. El decreto municipal de Surco promoverá otros decretos que ejercerán un control represivo, pero ninguno propone programas para generar empleos colectivos o comunales alternativos. El objetivo es que estas personas no sigan buscando su ingreso temporal en la clandestinidad. ¿Era tan difícil reunirse todos los alcaldes y proponer una medida conjunta?
Si a ello sumamos la problemática migratoria, tenemos que muchos de los perseguidos son extranjeros indocumentados, ilegales o en tránsito. Estos serán detenidos y deportados un día, pero luego regresarán por la puerta trasera de nuestros puestos fronterizos para repetir el círculo vicioso del cual nunca salimos.
¿De verdad queremos resolver el problema del comercio ambulatorio ilegal en el país, o solo utilizamos la coyuntura para tomarnos una buena fotografía política?
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