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El espejo de Corea del Sur

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Fecha Publicación: 04/12/2024 - 21:30
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Luego de la aprobación de una ley marcial en Corea del Sur que en cristiano significaba acabar con la institucionalidad democrática en país y de que, sin más remedio que revertirla por el propio presidente Yoon Suk-yeol, que la dictó, a la luz de las renuncias en masa que han seguido al piscinazo sin agua del mandatario, no me sorprenderá que la oposición surcoreana termine destituyendo -como parece advertirse- al actual jefe de Estado, como ya se hizo –aunque por razones de corrupción en 2017–, con la entonces presidenta, Park Geun-hye, coludida con su entonces asesora, Choi Soon-sil, apodada la Rasputina. Los argumentos para instaurar la ley marcial en el país, básicamente ante la amenaza de impactar contra la democracia surcoreana, y ciertas alianzas de la oposición con el régimen de Corea del Norte, no los creyó nadie. Hasta Estados Unidos de América decidió suspender inmediatamente los ejercicios militares conjuntos que suele llevar adelante con las fuerzas armadas de Corea del Sur. El presidente surcoreano tuvo que retroceder, y al final, la ley marcial decretada, que dio la vuelta al mundo, ha sido estrepitosamente defenestrada de su efímera vigencia, debilitando al jefe de Estado, sin discusión. Pocos o nadie le ha creído al presidente Yoon Suk-yeol, y esa realidad lo pone al borde del abismo, pudiendo ser echado, si acaso los militares, mirando el decurso político de la crisis, deciden bajarle el dedo. No hay nada que hacer, en pleno siglo XXI, los intentos de golpes de Estado o de ruptura del régimen democrático, como más me gusta llamar a las decisiones marginales a la Constitución Política del Estado, son mal negocio para sus promotores y ejecutores. Los únicos que han prosperado han sido los liderados o respaldados por las fuerzas armadas, como pasó en gran parte de los países de América Latina, incluido el Perú, durante los años sesenta y setenta del siglo XX. Querer consumarlos en estos tiempos es una completa locura. Los que intenten hacerlo terminarán sus vidas en la cárcel. La conciencia nacional e internacional por hacer prevalecer los regímenes democráticos o si prefiere en contra de las dictaduras, es cada vez mayor. Lo que está pasando en Seúl advierte que, por más país con evidencias de desarrollo regional que ha mostrado en las últimas décadas, a Corea del Sur, le está faltando algunas piezas en su construcción nacional que la sigue volviendo vulnerable. Washington es el primero que debe estar preocupado por lo sucedido al interior de uno de sus principales aliados en Asia, diría, el aliado clave, considerando las amenazas que representan, en términos de seguridad y defensa, China y Corea del Norte, principalmente. Aunque es una noticia en desarrollo, queda claro que hubo un cierra filas con la democracia y la institucionalidad del país y que habrá castigos, porque de lo contrario, lo sucedido en Seúl, podría repetirse. Miremos el espejo de Corea del Sur para que no pase un episodio parecido en América Latina, y especialmente en nuestro país, como ya pasó, últimamente, con el expresidente Pedro Castillo.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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