El espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad
Queridos hermanos, estamos ante el Domingo XVI del Tiempo Ordinario. La Primera Lectura es del libro de la Sabiduría. La palabra sabiduría significa “saborear”, el “discernimiento”. Esta palabra dice “Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo”, y se cumple porque Dios está con nosotros en medio de esta pandemia. Nos está corrigiendo de cosas que hemos hecho mal, nos está enseñando a convivir en familia, a pedirnos perdón. Sigue diciendo la lectura: “Tú nos gobiernas con gran indulgencia”. Lo que es Dios lo ha transmitido a través de su Hijo Jesucristo, que lo ha hecho hombre para salvarnos y ayudarnos. “Enseñaste a tu pueblo a ser humano”, esto también nos ha enseñado el confinamiento, nos enseña a tener en cuenta al otro, a ser más solidario. Hasta en el pecado que tenemos – dice la Palabra- nos das arrepentimiento, es decir, existe la conversión, la posibilidad de cambiar.
Por eso respondemos con el Salmo 85: “Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica”. Así es Dios, Él nos escucha. Dice el final del salmo: “Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal, mírame, ten compasión de mí”. Dios ama tanto al hombre que se ha hecho hombre, se ha hecho pecado por nosotros.
En la Segunda Lectura del apóstol San Pablo dice: “El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables”. Invoquemos el Nombre del Señor, muchas veces pedimos que Dios nos quite la cruz y esto no puede ser. Pidamos que se dé en nosotros el espíritu de Dios.
El Evangelio de este domingo es del evangelista San Mateo: “El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó”. Este enemigo es el demonio, y cuántas veces siembra cizaña en los matrimonios, en nuestra vida en común siembra el odio. Por eso dijeron en el evangelio: “arranquemos la cizaña”. A lo que responde: “No, no sea que, al arrancar la cizaña, puedan arrancar también el trigo.”
Jesús les propuso a los apóstoles otra parábola: “El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas”. Esa es la misión de la Iglesia, presentar el Reino de los Cielos a todos los hombres.
Propuso Cristo una parábola más: “El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente”. El Señor habla siempre en parábolas, Jesús luego explica luego a los apóstoles la parábola: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles”. Hermanos, es muy importante que sembremos la Buena Noticia, sembrando felicidad en medio de nosotros, en medio de la cruz que estamos viviendo. Que Dios los bendiga.
Obispo emérito del Callao