El fuego y el humo son malas señales
La violencia lumpenesca es la desesperada respuesta del “corrupterrorismo” para contrarrestar el fallido golpe de Estado de Pedro Castillo. Busca ilusamente liberarlo y restituirlo, cerrar el Congreso y convocar a una asamblea constituyente.
El plan, ejecutado desde el primer día de gobierno, se focalizó en exacerbar la lucha de clases, sembrar odio y confrontar al Congreso, responsabilizándolo de todo lo malo que pasa en nuestro país para destruir a la clase política y traerse abajo la democracia.
Desde hace una semana la subversión, buscando “mártires”, toma carreteras, aeropuertos, comisarías, promoviendo actos vandálicos. Saquear, robar, atentar contra la propiedad pública y privada no puede ser parte del derecho a protestar. Al apedrear locales de medios de comunicación buscan silenciarlos. Al tomar las calles pretenden atemorizarnos.
Entre el fuego y el humo destacamos el trabajo de la valiente fiscal de la Nación junto al Congreso para evitar que Pedro Castillo, por una leguleyada de su defensa, al cumplir siete días de prisión preliminar, pudiera quedar momentáneamente en libertad para tentar un asilo político al paso. Felizmente el Congreso, a tiempo, ha aprobado levantar la prerrogativa de antejuicio político a Pedro Castillo por la comisión flagrante de delitos y declara haber lugar a la formación de causa penal de inmediato.
La violencia no es el camino para propiciar cambios. Es lamentable que, en la confrontación y enfrentamiento, tengamos que lamentar la pérdida de vidas. La vida merece respeto. La oclocracia no puede imponer las reglas de juego. El fuego no puede incinerar el futuro de millones de peruanos. La protesta no puede imponerse a la razón, ni a la Constitución.
El humo también nos llega desde los países “amigos” del Foro de Sao Paulo, plasmado en un vergonzoso pronunciamiento en el que “santifican” a Pedro Castillo e imploran en conjunto que se respeten sus derechos, pero no se atreven a mencionar que su fallido golpe ha sido la causa de su vacancia y detención. Nuestra Cancillería debe dejar claro ante la comunidad internacional que Pedro Castillo es un delincuente y no un perseguido político.
EL oficialismo en el Congreso atiza el fuego buscando recuperar el poder perdido en el Ejecutivo. Sueñan con censurar a la Mesa Directiva. La impotencia les hace creer que el fuego en las calles se apaga a puñetazos.
El anuncio de Dina Boluarte, adelantando elecciones generales para abril 2024, suena lejano para intolerantes e impacientes. El Congreso ha demostrado tener la capacidad para hacer antes las reformas políticas que permitan corregir las fisuras detectadas y exigir cambios en los organismos electorales que aseguren elecciones limpias y transparentes.
Si en las próximas elecciones, no queremos más de lo mismo, no debemos quedarnos callados porque en dictadura nos van a silenciar.
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